En este profundo estudio bíblico, profundizaremos en las páginas del libro del Éxodo, específicamente en los versículos 1 al 22 del primer capítulo, y exploraremos la narrativa que retrata el inicio de la opresión del pueblo de Israel en Egipto. Esta sección inicial de Éxodo no sólo describe un momento crucial en la historia de Israel, sino que también revela la soberanía de Dios sobre los acontecimientos humanos. Aunque el escenario es de esclavitud y sufrimiento, la presencia de Dios es evidente y su promesa de redención comienza a tomar forma.
El contexto histórico y geográfico de Éxodo 1:1-22
Antes de profundizar en el estudio del texto, es fundamental comprender el contexto histórico y geográfico del libro del Éxodo. Los acontecimientos descritos aquí tienen lugar en Egipto, una poderosa nación antigua que jugó un papel importante en la historia bíblica. A través de José, uno de los hijos de Jacob, los israelitas encontraron refugio en Egipto durante una gran hambruna. Al principio fueron bienvenidos, pero con el paso del tiempo surgió una nueva dinastía de faraones que no conocían ni respetaban las obras de José y su pueblo. Y es en este contexto que nos lleva Éxodo 1:1-22.
Sin embargo, antes de profundizar en los detalles de este extracto, vale la pena resaltar que la Biblia es una colección de textos escritos en diferentes estilos literarios y con diferentes propósitos. Éxodo, parte del Pentateuco, es una obra que combina historia, derecho y narrativa, con el propósito de relatar la formación del pueblo de Israel y la promesa de la redención divina.
La multiplicación del pueblo de Israel (Éxodo 1:1-7)
El primer extracto de Éxodo 1 nos habla de la prosperidad de los hijos de Israel en Egipto, tras la llegada de Jacob y su descendencia. Los versículos del 1 al 7 informan del crecimiento de la población de los israelitas, incluso frente a la adversidad y la esclavitud. Es importante notar que Dios estaba cumpliendo su promesa a Abraham de multiplicar su descendencia, haciéndola tan numerosa como las estrellas del cielo (Génesis 15:5).
“Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob; Entraron cada uno con su familia: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón y Benjamín; Dan, Neftalí, Gad y Aser. Todas las almas, pues, que salieron de los lomos de Jacob, fueron setenta almas; y José estaba en Egipto”. (Éxodo 1:1-5)
En este punto, Dios ya estaba cumpliendo la promesa hecha a Abraham, haciendo numerosa la descendencia de Jacob, exactamente como había prometido. Sin embargo, como veremos más adelante, la prosperidad de los israelitas empezó a generar preocupaciones en Egipto.
El ascenso del faraón y la inseguridad egipcia (Éxodo 1:8-14)
El texto bíblico nos presenta un cambio drástico en la actitud de los egipcios hacia los israelitas. El nuevo faraón, que no tenía conocimiento de José ni de sus hechos, vio el crecimiento de la población israelita como una amenaza a la seguridad nacional. Esto llevó a la esclavitud y la opresión del pueblo de Israel.
“Sin embargo, los hijos de Israel fueron fértiles, crecieron mucho, se multiplicaron y se hicieron sumamente fuertes, de modo que la tierra se llenó de ellos”. (Éxodo 1:7)
Es importante notar en este versículo que incluso frente a la opresión, los hijos de Israel continuaron prosperando. Esto ilustra la fidelidad de Dios al cumplir sus promesas independientemente de las circunstancias adversas.
El ascenso del faraón al poder trajo consigo una creciente inseguridad. El faraón, temiendo que los israelitas se convirtieran en una amenaza militar, les impuso una dura esclavitud. Los israelitas fueron sometidos a trabajos forzados, construyendo ciudades como Pitón y Ramsés. Este es un ejemplo de cómo los líderes humanos a menudo actúan por miedo, egoísmo y falta de conocimiento de la historia y las promesas divinas.
Aunque la opresión era severa, Dios tenía el control y Su plan para redimir a Su pueblo estaba en marcha. La historia del Éxodo nos enseña que Dios es soberano, incluso cuando enfrentamos situaciones difíciles en nuestras vidas. Él continúa trabajando en segundo plano, cumpliendo Sus promesas.
El plan fallido del faraón (Éxodo 1:15-22)
Faraón no sólo impuso trabajos forzados a los israelitas, sino que también lanzó un plan desesperado para frenar su crecimiento. Ordenó a las parteras hebreas que mataran a todos los bebés varones al nacer. Sin embargo, las parteras temieron a Dios y no cumplieron la orden del Faraón, justificando su desobediencia con la importancia de la vida y el temor de Dios.
“Entonces el rey de Egipto habló a las parteras hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra, y la otra Fúa; y él les dijo: Cuando ayuden a las mujeres hebreas a dar a luz, y las vean en la silla, si es hijo, mátenlo; si es hija, déjenla vivir”. (Éxodo 1:15-16)
Sin embargo, las parteras Shifra y Puah, guiadas por principios morales y el temor de Dios, optaron por desobedecer el decreto de Faraón.
El versículo 17 destaca que “temieron a Dios y no hicieron como el rey de Egipto les había dicho, sino que mantuvieron con vida a los niños”. Aquí vemos claramente cómo la obediencia a Dios a menudo entra en conflicto con las autoridades terrenales.
La desobediencia de las parteras no pasó desapercibida. El faraón los convocó y les preguntó por qué no habían cumplido sus órdenes. Su respuesta refleja una profunda convicción moral y fe en Dios.
La historia de las parteras resalta la importancia de seguir los principios morales y el temor de Dios, incluso frente a la oposición y las amenazas a la vida. Sus acciones valientes ilustran cómo la soberanía de Dios puede prevalecer sobre los planes humanos, incluso cuando esos planes son malos.
La soberanía de Dios y la promesa de la redención
Aunque la opresión de los israelitas en Egipto es un tema recurrente en los primeros capítulos del Éxodo, la soberanía de Dios es igualmente evidente. Dios cumplió su promesa de multiplicar la descendencia de Abraham, incluso en medio de la esclavitud. Además, la valentía de las parteras hebreas al proteger la vida de los bebés varones demuestra cómo la fe y el temor de Dios pueden vencer los planes malvados de los poderosos.
Es importante recordar que la historia del Éxodo es parte de una narrativa más amplia que culmina con la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud y la revelación de la ley en el Monte Sinaí. Dios estaba preparando el camino para la redención de su pueblo, incluso cuando las circunstancias parecían sombrías.
A medida que continuamos explorando el Éxodo y los eventos posteriores, veremos cómo Dios usa a Moisés como instrumento para la liberación de Israel, revelando Su plan soberano y Su amor inquebrantable por Su pueblo. Este estudio bíblico nos invita a reflexionar sobre cómo Dios obra en nuestras propias vidas, incluso en medio de la adversidad, y cómo podemos confiar en su soberanía y fidelidad.