Introducción: La Visión de Isaías en el Año de la Muerte del Rey Uzías
El año en que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y las orlas de su manto llenaban el templo. (Isaías 6:1 – RVR1960)
Este versículo señala uno de los momentos más impactantes de la historia de Judá: el final del largo reinado de Uzías y el comienzo del ministerio profético de Isaías.
¿Quién Fue el Rey Uzías?
Uzías (también llamado Azarías en algunos textos) fue rey de Judá aproximadamente entre 792 y 740 a.C. Hijo y sucesor de Amasías, subió al trono con solo 16 años y reinó en Jerusalén durante impresionantes 52 años. Su madre se llamaba Jecolías y era de Jerusalém.
Entonces todo el pueblo de Judá tomó a Uzías, que tenía dieciséis años, y lo hicieron rey en lugar de Amasías su padre. Él reedificó Elat y la restituyó a Judá, después que el rey durmió con sus padres. Uzías tenía dieciséis años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y dos años en Jerusalém. El nombre de su madre era Jecolías, de Jerusalén. (2 Crónicas 26:1-3 – RVR1960)
El nombre Uzías significa “Jehová es mi fuerza” o “Mi fortaleza es el Señor”, un nombre que describió perfectamente la primera mitad de su reinado.
El Apogeo de su Reinado: Prosperidad y Poder Militar
Dios ayudó de manera extraordinaria al joven rey. Uzías venció a los filisteos, a los árabes de Gur-baal y a los meunitas. Los amonitas le pagaban tributo y su fama llegó hasta la frontera de Egipto, porque se hizo muy poderoso.
Fortificó Jerusalén con torres en la puerta del Ángulo, en la puerta del Valle y en las esquinas del muro. Construyó torres en el desierto, abrió muchas cisternas y desarrolló la agricultura en las colinas y llanuras porque amaba la tierra.
Su ejército contaba con 307.500 guerreros de élite, organizados bajo 2.600 jefes de familias. Uzías les proveyó escudos, lanzas, cascos, corazas, arcos y hondas. Incluso inventó máquinas de guerra que disparaban flechas y grandes piedras desde las torres.
Su fama se extendió lejos, porque fue ayudado maravillosamente hasta que se hizo fuerte. (2 Crónicas 26:15 – paráfrasis)
La Caída: La Soberbia que Llevó a la Ruina
Pero cuando se hizo fuerte, su corazón se enalteció hasta corromperse.
Uzías entró en el templo del Señor para quemar incienso sobre el altar del incienso, acto reservado exclusivamente a los sacerdotes descendientes de Aarón.
Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina, porque se rebeló contra Jehová su Dios entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso. (2 Crónicas 26:16 – RVR1960)
El sacerdote Azarías entró tras él con ochenta sacerdotes valientes del Señor y le hicieron frente:
No te corresponde a ti, Uzías, quemar incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados para quemarlo. ¡Sal del santuario, porque has prevaricado, y no te será para gloria delante de Jehová Dios! (2 Crónicas 26:18 – RVR1960)
Uzías, con el incensario en la mano, se llenó de ira contra los sacerdotes. En ese mismo instante le brotó lepra en la frente delante del altar. Los sacerdotes lo expulsaron rápidamente y él mismo se apresuró a salir, porque el Señor lo había herido.
El Triste Final del Rey
El rey Uzías quedó leproso hasta el día de su muerte. Vivió aislado en una casa aparte, excluido de la casa del Señor. Su hijo Jotam se encargó del palacio y gobernó al pueblo.
Así el rey Uzías fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó leproso en casa separada, por cuanto fue excluido de la casa de Jehová. Y Jotam su hijo tuvo a su cargo la casa del rey, gobernando al pueblo de la tierra. (2 Crónicas 26:21 – RVR1960)
Fue sepultado en un campo cercano a los sepulcros reales, porque dijeron: “Es leproso”.
Lección para Hoy
Uzías empezó de forma brillante: joven, temeroso de Dios, próspero y victorioso. Pero el éxito se le subió a la cabeza. Cuando creyó que podía hacer cualquier cosa (incluso lo que solo los sacerdotes podían hacer), cayó.
La historia de Uzías nos enseña una verdad eterna y dura: Cuanto más Dios nos bendice y nos exalta, más necesitamos humillarnos delante de Él. La soberbia siempre precede a la destrucción, especialmente cuando estamos en la cima.
Que el ejemplo de Uzías nos sirva de advertencia: la bendición de Dios siempre viene acompañada de la responsabilidad de permanecer humillarnos y obedecerle hasta el final.