¿Quién Era Goliat?
Goliat, el imponente guerrero filisteo de Gat, desafiaba al ejército de Israel con su presencia intimidante. Con aproximadamente dos metros noventa de altura, llevaba un casco de bronce y una cota de malla de escamas de bronce que pesaba sesenta kilos. Sus grebas también eran de bronce, y portaba una jabalina de bronce al hombro. El asta de su lanza, gruesa como el eje de un telar, tenía una punta de hierro que pesaba cerca de siete kilos.
El nombre Goliat, en hebreo (גָּלְיָת), significa “exiliado” o “adivino”, reflejando su figura de poder y amenaza.
¿Quién Era David?
David era el hijo menor de Isaí, un efrateo de Belén, en la tierra de Judá. En la época del rey Saúl, Isaí, ya anciano, tenía ocho hijos. Los tres mayores —Eliab, Abinadab y Sama— se habían alistado en el ejército de Saúl para luchar contra los filisteus. Mientras sus hermanos servían en el ejército, David alternaba entre asistir a Saúl y cuidar las ovejas de su padre en Belén.
Joven, de tez rubicunda, atractivo y con ojos brillantes, David era el menor entre sus hermanos, pero poseía una valentía extraordinaria.
La Valentía de David
David demostró una valentía excepcional al ofrecerse para enfrentar lo que nadie más se atrevía: al gigante Goliat. Ante los problemas, ¿cuál es nuestra actitud? ¿Enfrentamos las dificultades con determinación, buscamos soluciones y mantenemos la calma, o permitimos que los desafíos nos derroten?
Cuando se enfrentó a la amenaza de Goliat, David eligió luchar, no confiando en la fuerza de su brazo, sino en su fe inquebrantable en Dios.
La Preparación para la Batalla
La victoria de David sobre Goliat no fue solo un acto de valentía, sino el resultado de una preparación cuidadosa. Antes de enfrentarse al gigante, David ya había superado dos desafíos importantes: un león y un oso.
Y David respondió a Saúl: Tu siervo apacentaba las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba alguna oveja del rebaño, yo salía tras él, lo hería, y la libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, lo tomaba por la quijada, lo hería y lo mataba. (1 Samuel 17:34-35, RVR1960)
Estas adversidades fueron experiencias formativas que fortalecieron a David, preparándolo para su enfrentamiento con Goliat. David nos enseña que la clave no está en cómo luchamos, sino en cómo nos preparamos para la lucha. Las adversidades aportan conocimiento, crecimiento y desarrollo, moldeándonos para victorias mayores.
La Adversidad: Un Camino de Fortalecimiento
Reflexiona sobre los momentos de adversidad que has enfrentado: las pérdidas, los rechazos, los “no” que has escuchado. Cada desafío, por más doloroso que haya sido, no te destruyó. Al contrario, te fortaleció.
Porque en el día de la aflicción me esconderá en su tabernáculo; En lo secreto de su morada me ocultará; Sobre una roca me pondrá en alto. (Salmos 27:5, RVR1960)
La adversidad no equivale a la derrota; viene para fortalecernos. Aunque a menudo asociamos la adversidad con experiencias negativas, también tiene un lado positivo.
Fortaleciendo Relaciones
Cuando una pareja enfrenta adversidades juntos, la lucha fortalece su unión. Superar desafíos en equipo fomenta nuevos descubrimientos, aprecio mutuo y reconocimiento entre los cónyuges.
Fortaleciendo la Fe
Las adversidades nos acercan a Dios. En los momentos de dificultad, buscamos Su presencia con mayor intensidad, profundizando nuestra fe y confianza en Su propósito divino.
El Propósito de la Adversidad
Imagina dos restaurantes con precios idénticos: uno conocido por ser bueno, y otro por ser el mejor. ¿Cuál elegirías? Naturalmente, el mejor. Así es Dios en nuestras vidas. No nos bendice de cualquier manera; Él reserva lo mejor para aquellos que confían en Él.
A veces, lo que nos parece bueno no es la voluntad de Dios. La adversidad puede impedirnos conformarnos con lo “bueno” para que recibamos lo “mejor” en Su tiempo perfecto. Es el “no” necesario que allana el camino para el “sí” que soñamos.
La Armadura de Dios
Impresionado por el valor de David, Saúl intentó vestirlo con su propia armadura de guerra. Pero Dios desea que cada uno de nosotros viva victorias únicas, logradas con nuestra propia “armadura”.
Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó con una cota de malla. Y ciñó David la espada sobre sus vestidos, e intentó andar, porque no estaba acostumbrado. Y dijo David a Saúl: No puedo andar con esto, porque no estoy acostumbrado. Y David se lo quitó de encima. (1 Samuel 17:38-39, RVR1960)
David rechazó la armadura humana, confiando en la protección divina. Cuando Dios nos permite enfrentar adversidades, nos proporciona protección, estrategia y victoria, siempre que dependamos de Él.
La Victoria de David
David derrotó a Goliat con determinación, disposición para cambiar la situación y, sobre todo, confianza en Dios. Su triunfo no fue solo físico, sino un testimonio de fe, demostrando que la preparación, el valor y la dependencia de Dios pueden vencer a cualquier gigante.