Dios y el Diablo en la Historia de la Creación
¿Quién no ha oído hablar de Dios y del diablo? Desde la creación del universo, Dios se presenta como el Creador soberano. En el libro de Génesis, vemos a un Dios organizado que, día tras día, forma lo que hoy conocemos como el universo y todo lo que en él existe. Sin embargo, surge la figura de Lucifer, un querubín creado por Dios que, por orgullo, deseó ser adorado como Dios mismo y fue expulsado del cielo. Este estudio nos invita a reflexionar sobre una pregunta fundamental: ¿a quién elegimos servir?
Por eso, teman al Señor y sírvanle con sinceridad y verdad. Desháganse de los dioses que sus antepasados adoraron al otro lado del río Éufrates y en Egipto, y sirvan al Señor. Pero si no quieren servir al Señor, entonces elijan hoy a quién servirán: si a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora viven. Pero yo y mi casa serviremos al Señor. El pueblo respondió: «¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses!» (Josué 24:14-16, NVI)
¿Quién es Dios?
Dios es el Creador y controlador de todo lo que existe en el universo. No fue creado, sino que ha existido desde antes de la fundación del mundo, manifestándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo. En cada etapa de la creación, Dios bendijo su obra, demostrando su amor y perfección.
Él es la Roca, sus obras son perfectas, y todos sus caminos son justos. Es un Dios fiel, sin injusticia alguna; es justo y recto. (Deuteronomio 32:4, NVI)
¿Quién es el Diablo?
Conocido como el diablo, Lucifer fue creado por Dios como un querubín poderoso y hermoso, adornado con luz y esplendor. Sus vestiduras estaban decoradas con piedras preciosas, y tenía acceso al monte santo de Dios.
Estabas en el Edén, el jardín de Dios, adornado con toda clase de piedras preciosas: rubí, topacio, esmeralda, crisólito, ónice, jaspe, zafiro, turquesa y berilo. Tus engastes y monturas eran de oro; todo fue preparado el día en que fuiste creado. Eras un querubín ungido para proteger; te establecí en el monte santo de Dios, y caminabas entre piedras de fuego. (Ezequiel 28:13-14, NVI)
Sin embargo, Lucifer deseó ser mayor que Dios, tramando en su corazón usurpar su autoridad. Este orgullo lo llevó a liderar una rebelión, reuniendo a un tercio de los ángeles del cielo, lo que resultó en su destierro al infierno.
¡Cómo has caído del cielo, estrella de la mañana, hijo del alba! Has sido derribado a la tierra, tú que debilitabas a las naciones. Dijiste en tu corazón: «Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono; me sentaré en el monte de la asamblea, en las alturas del monte Safón. Subiré hasta las cumbres de las nubes; me haré semejante al Altísimo.» Pero has sido arrojado al Seol, a las profundidades de la fosa. (Isaías 14:12-15, NVI)
¿Cómo Entra Dios en la Vida Humana?
Dios busca una relación íntima con la humanidad. Toca a la puerta del corazón, esperando una invitación para entrar y establecer comunión.
Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré y cenaré con él, y él conmigo. (Apocalipsis 3:20, NVI)
Dios se presenta como un amigo que desea compartir momentos de cercanía, ofreciendo paz y propósito a quienes lo reciben.
¿Cómo Entra el Diablo en la Vida Humana?
El diablo, por otro lado, busca explotar la vulnerabilidad humana. Entra donde encuentra un vacío espiritual, trayendo influencias destructivas.
Cuando un espíritu maligno sale de una persona, va por lugares áridos buscando descanso, pero no lo encuentra. Entonces dice: «Volveré a la casa de donde salí.» Cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada. Entonces va y trae consigo otros espíritus peores que él, y entran a vivir allí. Y el estado final de esa persona resulta peor que el primero. Así le pasará a esta generación perversa. (Mateo 12:43-45, NVI)
La Elección Fundamental: ¿Dios o el Diablo?
La vida humana se reduce a una sola elección: servir a Dios o al diablo. Obedecer a Dios significa seguir su Palabra y vivir comprometido con su voluntad. Por el contrario, vivir sin este compromiso, guiado por deseos y placeres carnales, equivale a servir al diablo.
El Propósito de Dios
Dios desea la salvación de todos, incluso después de la caída de la humanidad en el Jardín del Edén. No se complace en la condenación, sino que busca redimir a cada persona.
De la misma manera, no es la voluntad de su Padre que está en el cielo que se pierda uno solo de estos pequeños. (Mateo 18:14, NVI)
El Propósito del Diablo
El diablo, por el contrario, tiene como objetivo llevar a las personas a la destrucción eterna. Actúa como un adversario incansable, buscando apartar a las personas de la presencia de Dios.
Mantengan la cabeza despejada y estén alerta. Su enemigo, el diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. (1 Pedro 5:8, NVI)
Entonces dirá a los que estén a su izquierda: «¡Malditos, apártense de mí al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles!» (Mateo 25:41, NVI)
La Promesa de Dios frente al Engaño del Diablo
Dios promete vida eterna en un lugar de paz y alegría, donde las cosas viejas pasarán. El diablo, sin embargo, ofrece una felicidad falsa y pasajera basada en los placeres de la carne, que conduce a una eternidad de sufrimiento donde “el fuego nunca se apaga y el gusano nunca muere”.
Un Llamado a la Decisión
Josué desafió al pueblo a elegir a quién servir, declarando que él y su casa servirían al Señor. Hoy, este mismo desafío resuena para nosotros. ¿A quién eliges servir? Que tu decisión sea por Dios, viviendo en obediencia a su Palabra y experimentando la verdadera paz que solo Él ofrece.