Introducción: El Llamado a Servir a Dios
Estamos al servicio de Dios en esta tierra, pero ¿sabes realmente qué significa servirle? Servir es trabajar en beneficio de alguien, y nosotros, como cristianos, laboramos por el Reino de Dios. Cuando Jesús vino a la tierra, cumplió Su propósito y nos capacitó para continuar Su obra redentora.
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. (Juan 14:12, RVR1960)
Cuando el Señor Jesús regrese por Su iglesia o nos llame individualmente, desea encontrarnos vigilantes, sirviendo con lealtad y amor a Su Palabra.
Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. (Mateo 24:46, RVR1960)
Características del Siervo de Dios
Humildad: La Base del Servicio
Servir a Dios requiere humildad. El propio Jesucristo, siendo 100% hombre y 100% Dios, demostró humildad al entregar Su vida para que pudiéramos vivir.
El mayor de vosotros será vuestro servidor. (Mateo 23:11, RVR1960)
La humildad nos enseña a poner a Dios y a los demás por encima de nosotros mismos, siguiendo el ejemplo de Cristo, quien se sacrificó por amor.
Adoración en Espíritu y en Verdad
La adoración verdadera es esencial para el siervo de Dios. Va más allá de palabras o rituales; es un acto del corazón, totalmente dedicado a Dios.
Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. (Juan 4:23, RVR1960)
Adorar en espíritu y en verdad significa ofrecer a Dios una adoración sincera, guiada por el Espíritu Santo, quien nos humilla y nos recuerda nuestra dependencia de Dios. Esta adoración expresa reverencia, temor, obediencia y dedicación al Señor.
Obediencia a la Palabra de Dios
La obediencia es la clave para una vida cristiana victoriosa. El siervo de Dios está siempre listo para escuchar y seguir la voz del Señor, porque ama a su Maestro y se siente útil al trabajar en Su favor.
Obedecerás, pues, la voz de Jehová tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus estatutos que yo te ordeno hoy. (Deuteronomio 27:10, RVR1960)
Los Diez Mandamientos y el Amor
Cumplir los mandamientos de Dios puede parecer un desafío, pero Jesús simplificó esta tarea al destacar el amor como el fundamento de la ley.
Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. (Mateo 22:37-40, RVR1960)
Los Diez Mandamientos, según se describen en Éxodo 20, son:
- No tendrás dioses ajenos delante de mí.
- No te harás imagen, ni ninguna semejanza.
- No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano.
- Acuérdate del día de reposo para santificarlo.
- Honra a tu padre y a tu madre.
- No matarás.
- No cometerás adulterio.
- No hurtarás.
- No darás falso testimonio contra tu prójimo.
- No codiciarás.
Quien ama a Dios con todo su corazón, alma y mente, y ama a su prójimo como a sí mismo, cumple naturalmente estos mandamientos, pues el amor evita la idolatría, el deshonor, el pecado y la codicia.
Amor: La Esencia del Servicio
Ser siervo de Dios implica amar, pues el amor es la base de todas las acciones cristianas. Sin amor, incluso los mayores hechos carecen de valor.
Si hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y toda ciencia, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece. (1 Corintios 13:1-4, RVR1960)
El amor genuino no busca reconocimiento ni gloria. Cuando servimos con amor, nuestras acciones reflejan el corazón de Dios, sin esperar recompensas terrenales.
Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. (Mateo 6:1-4, RVR1960)
Ayudar a los necesitados debe ser un acto discreto, sin alarde. Dios ve nuestras acciones en secreto y nos recompensará según Su voluntad.
El Llamado al Amor y la Fidelidad
Jesús nos dio un nuevo mandamiento que resume el servicio a Dios: el amor mutuo.
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. (Juan 13:34, RVR1960)
Cuando aceptamos a Jesús como Salvador y nos convertimos en siervos de Dios, deseamos estar donde Él quiere que estemos, siguiendo Sus pasos incansablemente.
Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. (Juan 12:26, RVR1960)
Conclusión: Sé el Mejor Siervo
Dios honrará a Sus siervos y tiene una recompensa para cada uno. Por tanto, sirve a Dios con todo tu corazón, no solo como uno más, sino como el mejor siervo. Nuestra recompensa no está en esta tierra, sino que viene de Dios, el autor y consumador de nuestra fe.