Dios ama a la familia y tiene un propósito especial para ella. Podemos afirmar que el primer “matrimonio” en la tierra fue realizado por Dios mismo, estableciendo la base para la institución familiar.
El Origen de la Familia
Tras crear los cielos, la tierra y todo lo que en ella existe, Dios formó al hombre. Sin embargo, vio que no era bueno que el hombre estuviera solo:
Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que repta sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. (Génesis 1:26-28)
Dios creó al ser humano con Sus propias manos, mostrando un cuidado especial. A diferencia de las demás creaciones, hechas solo con el poder de Su palabra, el hombre fue moldeado a la imagen y semejanza de Dios, recibiendo un privilegio único.
La Creación de la Mujer: La Ayudadora de Adán
Dios reconoció que el hombre necesitaba una compañera para estar a su lado, ayudándolo en la vida diaria:
Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo animal del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras este dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. (Génesis 2:20-24)
Dios eligió la costilla de Adán para crear a la mujer, simbolizando su cercanía y su papel como ayudadora. Las costillas protegen órganos vitales, como el corazón y los pulmones, y estructuran el cuerpo humano. Esta elección refleja el rol esencial de la mujer como compañera, protegiendo y sosteniendo a la familia junto al hombre.
El Significado de la Costilla y la Numerología Bíblica
¿Por qué Dios eligió la costilla? El cuerpo humano tiene 12 pares de costillas, y en la numerología bíblica, el número 12 representa perfección gubernamental. Al crear a la mujer a partir de la costilla, Dios instituyó la primera familia, estableciendo un orden divino basado en reglas, respeto mutuo y armonía.
Una familia bendecida depende de la unión y el acuerdo común entre esposo y esposa, viviendo según los preceptos de Dios. La mujer fue creada para ser la compañera amorosa y colaboradora del hombre, compartiendo responsabilidades y cooperando en el plan divino para la familia.
El Propósito Divino: Fructificar y Multiplicar
Dios bendijo a la humanidad con un llamado claro:
Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. (Génesis 1:28)
El propósito de Dios para la familia incluye procrear, poblar la tierra y ejercer dominio sobre la creación. Este plan se cumple mediante la unión entre hombre y mujer, reflejando la plenitud divina. La familia, instituida por Dios, enfrenta ataques del enemigo, pero sigue siendo esencial para cumplir Sus propósitos.
La Importancia de la Unidad en la Familia
La familia solo prospera cuando hay unidad. Como dijo Jesús:
Pero Jesús, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo es asolado; y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá. (Mateo 12:25)
La unidad es la base del éxito familiar. Cuando esposo y esposa trabajan en equipo, compartiendo responsabilidades y apoyándose mutuamente, logran metas comunes, como comprar un automóvil o alcanzar un sueño. Sin embargo, la falta de apoyo genera frustración y desánimo.
Para resolver conflictos, la familia debe cultivar el perdón, el diálogo y la empatía. Pedir disculpas, escuchar con atención y ponerse en el lugar del otro son prácticas esenciales para un hogar saludable.
Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo. (Efesios 4:26)
Controlar las emociones y resolver los desacuerdos antes de que termine el día evita que la ira cree divisiones. Reconocer los errores no es una vergüenza, sino una muestra de humildad y amor.
El Amor como Fundamento de la Familia
El amor es la piedra angular de la familia, como enseña la Palabra:
Porque toda la ley se cumple en una sola palabra, en esta: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Gálatas 5:14)
Amar a la familia significa superar las fallas, reconocer los errores y aceptar las imperfecciones, como lo hacemos con nosotros mismos. Comparar la propia familia con otras genera frustración y desgaste. Cada hogar es único, y el amor genuino valora estas diferencias.
El esposo debe amar y respetar a su esposa, siguiendo el ejemplo de Cristo, que dio Su vida por la Iglesia:
Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido. (Efesios 5:33)
Asimismo, la esposa debe tratar a su marido con cariño y respeto. El amor y el respeto son responsabilidades mutuas, fortaleciendo a la familia en todo momento, incluso en la ausencia del otro.
El Poder de las Palabras en la Familia
Las palabras tienen el poder de bendecir o maldecir, como advierte la Biblia:
La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos. (Proverbios 18:21)
Palabras negativas, como “desgracia”, “maldito”, “estúpido” o “condenado”, pueden traer oscuridad y destrucción al hogar. Términos como “mocoso”, históricamente ligados a prácticas malignas, o “miserable”, que evoca pobreza y dolor, deben evitarse, especialmente con los niños.
Hay quienes hablan como dando estocadas de espada, pero la lengua de los sabios es medicina. (Proverbios 12:18)
En cambio, la familia debe fomentar un ambiente de bendiciones con saludos amables, disculpas, expresiones de gratitud y palabras de aliento. Bendecir a los miembros de la familia diariamente fortalece los lazos y refleja la dependencia de Dios.
Dios como el Centro de la Familia
Para transformar la familia en una bendición, Dios debe ser el centro. Esto comienza con la transformación personal:
- Sé un esposo o esposa amoroso.
- Sé un padre o madre ejemplar.
- Sé un hijo respetuoso.
El cambio comienza en nosotros mismos. Valora la familia que Dios te ha dado, reconociendo el privilegio de tenerla. Muchas personas darían todo por tener una familia como la tuya.
Pero yo y mi casa serviremos a Jehová. (Josué 24:15)
Con Dios en el centro, ninguna lucha o adversidad puede destruir la familia. Ama, cuida y deja que el Creador guíe tu hogar para cumplir Sus propósitos.