Dios creó el infierno para castigar a Satanás y a sus seguidores. Es un lugar de tormento eterno, reservado para aquellos que viven en oposición a la voluntad de Dios. Sin embargo, no es el deseo de Dios que la humanidad enfrente este destino de sufrimiento.
Diles: Vivo yo, dice el Señor Dios, que no me complazco en la muerte del impío, sino en que el impío se convierta de su camino y viva. ¡Convertíos, convertíos de vuestros malos caminos! ¿Por qué habéis de morir, oh casa de Israel? (Ezequiel 33:11)
Dios no encuentra placer en la muerte del impío, pues el destino de esa alma es el infierno, lo que entristece Su corazón. Cuando el impío se arrepiente y se convierte, el Señor se regocija, porque esa alma no solo vivirá en la tierra, sino que disfrutará de la vida eterna en la gloria con Él.
La Preciosidad de la Muerte de los Justos
Estimada es a los ojos del Señor la muerte de sus santos. (Salmos 116:15)
La muerte del justo es valiosa para Dios, ya que marca su liberación de todo mal. Es el momento en que los fieles son conducidos triunfalmente de esta vida terrenal al cielo, donde estarán cara a cara con el Señor Jesucristo.
El Infierno: Un Lugar Real
Sí, ¡el infierno existe! La Biblia describe este lugar con gran claridad, detallando su naturaleza y propósito.
Un Lugar de Llanto y Tormento
Allí habrá llanto y crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y vosotros echados fuera. (Lucas 13:28)
El infierno es un lugar de sufrimiento intenso, marcado por el dolor y la desesperación.
Un Fuego Inextinguible
Y si tu mano te hace tropezar, córtala; mejor es para ti entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no se apaga, donde su gusano no muere, y el fuego no se apaga. Y si tu pie te hace tropezar, córtalo; mejor es para ti entrar cojo en la vida, que teniendo dos pies ser echado al infierno, al fuego que no se apaga, donde su gusano no muere, y el fuego no se apaga. Y si tu ojo te hace tropezar, sácalo; mejor es para ti entrar en el Reino de Dios con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser echado al fuego del infierno, donde THEIR worm does not die, and the fire is not quenched. Porque cada uno será salado con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. (Marcos 9:43-49)
El infierno se describe como un lugar de tormento eterno, donde el sufrimiento nunca termina.
El Destino de Quienes Rechazan a Dios
Los impíos serán arrojados al infierno, y todas las naciones que se olvidan de Dios. (Salmos 9:17)
Aquellos que se apartan de Dios y persisten en el pecado enfrentarán este destino.
La Visión del Cielo desde el Infierno
Y estando en tormentos en el Hades, alzó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. (Lucas 16:23)
Desde el infierno, se puede vislumbrar la gloria del cielo, pero desde el cielo no se puede ver la tristeza del infierno, lo que resalta la separación eterna entre los salvos y los condenados.
Jesucristo: El Salvador del Infierno
Jesús vino para liberar a la humanidad del infierno y de la muerte. El pecado original alejó al hombre de la gloria de Dios, pero Cristo trajo la redención.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. (Juan 3:16)
Dios amó al mundo tan profundamente que envió a Su Hijo único para que, a través de la fe, pudiéramos recibir la vida eterna. Creer en Jesús significa obedecer Sus mandamientos y vivir conforme a Su palabra.
La Elección entre la Vida y la Condenación
La misericordia y el amor de Dios están disponibles para todos los que acepten a Jesús como su Señor y Salvador. Al abandonar los caminos pecaminosos y seguir la voluntad de Dios, somos liberados de la condenación del infierno y convertidos en herederos del cielo.
Porque grande es tu misericordia para conmigo; y has librado mi alma de las profundidades del Seol. (Salmos 86:13)
El enemigo trabaja incansablemente para arrastrar a innumerables almas al infierno a través de las obras de la carne, que impiden heredar el Reino de Dios.
Ahora bien, las obras de la carne son evidentes: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, celos, iras, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el Reino de Dios. (Gálatas 5:19-21)
El Camino de los Frutos del Espíritu
Para heredar el Reino de Dios, debemos producir los frutos del Espíritu, viviendo en santidad y obediencia.
Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Y los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros. (Gálatas 5:22-26)
Cada acto de desobediencia nos aleja de la gloria de Dios y nos acerca al infierno. El enemigo, como león rugiente, busca devorar almas. Por eso, acepta a Jesucristo como tu Señor y Salvador, produce los frutos del Espíritu, abandona las prácticas pecaminosas y permite que Él guíe tu vida por completo.
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6)
Conclusión: Escoge la Vida Eterna
Cada acto de desobediencia pone en riesgo nuestra cercanía con Dios. Pero al acercarnos a Él a través de Jesús, nuestra alma es salva del fuego del infierno y asegurada para la vida eterna. ¡Escoge hoy el camino de la salvación!