¡Fe! Una palabra tan pequeña, pero con una eficacia gigantesca, pues la fe es capaz de hacer que sucedan cosas imposibles. A través de la fe, vemos en la actualidad personas siendo curadas de enfermedades que, a los ojos de la medicina, serían imposibles.
La fe tiene el poder de trascender lo que es natural, es decir, la fe tiene el poder de sobrepasar los límites, haciendo visible todo lo que estaba en el ámbito invisible.
Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebreos 11:1)
La fe es la certeza de aquello que esperamos y la prueba de las cosas que aún no vemos. A través de la fe, nuestros hermanos en el pasado recibieron buenos testimonios, y repercuten hasta el día de hoy. El cristiano es capaz de entender que todo el universo fue creado por la palabra de Dios. Cuando observamos la galería de los héroes de la fe, vemos que la fe en la vida de una persona tiene el poder de realizar cosas extraordinarias.
¿Qué Puede Hacer la Fe en la Vida de una Persona?
Por la fe, Abel presentó a Dios un sacrificio superior al de Caín. Con esto, mostró ser un hombre justo, y Dios aprobó sus ofrendas. E incluso después de mucho tiempo, aunque muerto, todavía habla hasta el día de hoy por medio de su ejemplo.
Por la fe, Enoc fue trasladado al cielo sin experimentar la muerte; “desapareció, porque Dios se lo llevó”. Porque, antes de este acontecimiento, Enoc dedicaba su vida a agradar a Dios. Estos y otros héroes de la galería de Hebreos 11 son ejemplos de lo que la fe es capaz de hacer en la vida de una persona.
Podemos mencionar diversos ilustres de la fe, como Abraham, Sara, Noé, entre otros, que, a través de su fe, incluso después de muertos, todavía hablan hasta el día de hoy.
Y sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan. (Hebreos 11:6)
Este versículo deja claro la necesidad de acercarnos más a Dios, creyendo que él existe y que está listo para atender a todo aquel que lo busque de todo corazón. Es imposible agradar a Dios si no hay una fe verdadera. La fe consiste en obedecer a la voluntad de Dios para nuestras vidas. Noé, a través de la fe, construyó una embarcación que salvaría a su familia del diluvio.
Noé es ejemplo de obediencia y fe, pues Dios lo había advertido acerca de cosas que nunca habían ocurrido en la tierra. Por la fe, Dios, en ese escenario, condenó al resto del mundo y Noé recibió la justicia que viene por medio de la fe. Muchas veces, Dios nos hablará de cosas extraordinarias que nunca han sucedido antes, y es en ese momento que debemos poner la fe en acción, es decir, confiar enteramente en Dios y en sus propósitos.
La Fe Acompañada de Obras
Pero dirá alguien: Tú tienes la fe, y yo tengo las obras; muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. (Santiago 2:18)
La Biblia nos enseña que la fe debe ir acompañada de las obras; las dos deben andar lado a lado. De forma más didáctica y para que todos entiendan. Imagina que hablaremos de Dios en una noche fría y lluviosa a un indigente; eso es fe.
Necesitamos cumplir todo este versículo, que es fe más las obras, ¿y cuál es la obra en este momento? Ya usamos la fe, que es hablar de Jesús. Ahora, necesitamos realizar la obra que es, en esta noche fría y lluviosa, literalmente albergar y abrigar a aquellos que se encuentran a la intemperie.
Entendemos que la fe y las obras caminan juntas; aquellos que están en el mundo sí necesitan conocer al Señor Jesucristo, pero nuestras obras también tienen que manifestarse en la vida de los mismos.
Obras sin fe están muertas, así como la fe sin obras es una fe muerta.
La verdadera fe siempre se manifiesta en obediencia a Dios y con actos compasivos hacia los necesitados.
La fe genera dentro del ser humano obediencia, porque creemos en Dios, y solo quien cree en Dios puede obedecer de hecho a Él.
Bien ves que la fe actuaba juntamente con sus obras, y que por las obras la fe fue perfeccionada. (Santiago 2:22)
Entendemos que Santiago no está diciendo que la fe y las obras nos salvan, pues eso sería como separar la fe de las obras. Santiago argumenta justamente lo contrario; él argumenta sobre la fe en acción.
La fe y las obras nunca podrán estar separadas, una vez que las obras proceden naturalmente de la fe.
Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión valen nada, sino la fe que obra por el amor. (Gálatas 5:6)
La Biblia nos enseña que la persona es salva por la fe:
Esto es, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia. (Romanos 3:22)
Pablo describe con exactitud la naturaleza de esta fe. Una fe viva en un Salvador vivo; fe tan vital que no puede dejar de expresarse en actos motivados por el amor.
La fe que deja de amar y obedecer a Cristo, perdiendo el interés genuino por la obra del Reino de Dios y claramente dejando de resistir al pecado y al mundo, no es fe salvífica.
Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. (Santiago 1:3)
Cuando nuestra fe es probada, la perseverancia tiene la oportunidad de crecer. En la carrera de la fe, el cristiano siempre será probado por Dios. El cristiano que confía enteramente en Dios permanece perseverando y enfrentando los desiertos de la caminata cristiana.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. (Juan 16:33)
En este mundo enfrentaremos diversas aflicciones, pero Jesús nos enseña que solo en Él encontraremos la verdadera paz. El propio Señor nos anima al decir: “Confiad; yo he vencido al mundo”.
El Señor Jesús nos enseña que, de la misma forma que él renunció al pecado y vivió una vida en obediencia a Dios Padre, también podremos vivir en una vida de fe y obediencia a Dios. Y de la misma forma que él venció, también seremos capaces de vencer al mundo.
La fe está dentro de cada uno de nosotros; cuanto más íntimos somos con Dios, más le permitimos ser dueño de nuestro corazón. Ciertamente, muchas cosas sobrenaturales se manifestarán por el poder de la fe.