Muchos que llegan a esta página se están preparando para descender a las aguas bautismales, mientras que otros ya han tenido el privilegio de pasar por esta experiencia. Hoy, abordaremos una pregunta fundamental: ¿Qué es el bautismo en las aguas?
El propio Señor Jesucristo fue bautizado en las aguas, convirtiéndose en un ejemplo para todos nosotros que deseamos seguir Sus pasos. El bautismo es un hito espiritual, un compromiso público y una transformación de vida para el cristiano.
El Significado del Bautismo
El bautismo es un símbolo de conversión para el cristiano. Al ser bautizado, el individuo declara públicamente su nueva vida en Cristo Jesús, renunciando a las prácticas antiguas y abrazando una vida conforme a la voluntad de Dios.
Apareció Juan bautizando en el desierto y predicando el bautismo de arrepentimiento para perdón de los pecados. (Marcos 1:4)
El bautismo representa la remisión de los pecados. Cuando somos sumergidos en las aguas, renunciamos a nuestra carne y comenzamos una nueva vida, guiados por el Espíritu de Dios.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5:17)
Al aceptar a Jesucristo como Salvador y decidir pasar por las aguas bautismales, hacemos una confesión pública no solo de un cambio de vida, sino también de una transformación en nuestra actitud. Durante la inmersión, el “viejo hombre” muere y queda atrás, y emerge una nueva criatura, moldeada según la voluntad de Dios.
La Transformación del Bautismo
El bautismo marca el nacimiento de una nueva persona, alguien que produce los frutos del Espíritu. Al salir de las aguas, nuestra carne es crucificada, y comenzamos a practicar intensamente el amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio.
Un Ejemplo Práctico
Consideremos el caso de Mario. Antes del bautismo, Mario era explosivo y no toleraba ofensas. Al descender a las aguas, el viejo Mario queda atrás. Cuando emerge, nace un nuevo Mario: pacífico, manso y con dominio propio. El viejo hombre fue crucificado, y ha surgido una nueva criatura.
Un Compromiso Único con Cristo
Cuando levantamos nuestras manos hacia Jesús, confesamos que Él es el único y suficiente Salvador de nuestras vidas. Nuestra fe debe descansar exclusivamente en Jesús, pues solo Él intercede por nosotros.
Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. (Efesios 4:5)
El bautismo es un acto único. No hay necesidad de repetirlo, ya que al descender a las aguas, crucificamos el viejo yo y nos convertimos en una nueva criatura en Cristo Jesús. Sin embargo, el viejo hombre puede intentar resurgir. Como nuevas criaturas, debemos buscar diariamente la crucifixión de nuestra carne, produciendo amor, paz, bondad, mansedumbre y dominio propio.
El Bautismo y la Santa Cena
El bautismo también nos capacita para participar en el memorial del cuerpo y la sangre de Cristo, la Santa Cena. Sin embargo, esta participación requiere conciencia y responsabilidad para no participar de manera indigna.
Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba del cáliz. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y débiles entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. (1 Corintios 11:28-32)
Participar de la Santa Cena de manera indigna trae condenación. Por eso, el cristiano debe examinarse cuidadosamente, viviendo fielmente al compromiso asumido en el bautismo.
La Responsabilidad del Bautismo
Elegir el bautismo significa asumir un compromiso con Dios y con la iglesia. Este compromiso debe mantenerse con fidelidad hasta el final de nuestro caminar cristiano. Si persistimos en las viejas prácticas y participamos de la Santa Cena, corremos el riesgo de una condenación eterna.
El bautismo exige que el candidato reflexione sobre sí mismo y comprenda la responsabilidad que está asumiendo. Como en un matrimonio, el bautizado debe honrar este compromiso hasta el final de su vida.
La Vida Cristiana: Un Camino de Renuncia
La vida cristiana está marcada por la renuncia. En cada momento, debemos renunciar a nuestro yo y a nuestra carne para alcanzar el gran objetivo: la salvación en Cristo Jesús. El bautismo es el inicio de este viaje, un privilegio que nos conecta con el propósito eterno de Dios.
¡Felicidades por tu decisión de descender a las aguas! Eres privilegiado por participar en este hito espiritual.
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