En la Sagrada Biblia encontramos innumerables versículos de aliento, porque en este mundo malo y perverso en el que vivimos necesitamos buscar en Dios la fuerza para seguir adelante, con la mirada puesta en el blanco que es Cristo Jesús, pues Él es el autor y consumador de nuestra fe.
Jesucristo es la razón de nuestra alegría y quien nos da verdadero ánimo para continuar.
Estos son algunos de los versículos de aliento más poderosos (versión Reina-Valera 1960, ampliamente usada en español):
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33)
“¿No te lo he ordenado yo? Esfuérzate y sé valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.” (Josué 1:9)
“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.” (2 Corintios 4:16)
“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” (Filipenses 1:6)
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29:11)
“Al día que clamé, me respondiste; me fortaleciste con vigor en mi alma.” (Salmo 138:3)
“Jehová es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1)
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7)
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4:13)
“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas.” (1 Pedro 1:6)
“Pero la salvación de los justos es de Jehová, y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia.” (Salmo 37:39)
“Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.” (1 Tesalonicenses 5:11)
Cuando el desánimo toque a tu puerta, regresa a estas promesas. No son solo palabras hermosas: es la voz del Dios vivo hablando directamente a tu corazón hoy.
Guárdalas, medítalas y permite que el Espíritu Santo las haga realidad en tu vida.