¿Quién fue el profeta Jeremías?
Jeremías era hijo de Hilcías, uno de los sacerdotes que estaban en Anatot, en la tierra de Benjamín. Jeremías nació y se crió en la aldea sacerdotal de Anatot (a más de 4 millas (4 km) al noreste de Jerusalén) durante el reinado inicuo del rey Manasés.
Incluso antes de que naciera Jeremías, Dios ya había determinado que él sería un Profeta. (Jeremías 1: 5) Antes que te formase en el seno materno te conocí, y antes que salieras del seno materno te santifiqué; a las naciones te di por profeta.
Jeremías comenzó su ministerio profético durante el decimotercer año del reinado del buen rey Josías, y apoyó su reforma. El movimiento de Jeremías también era conocido como «Profeta de las lágrimas». Jeremías tenía una predicación severa pero con un corazón sensible quebrantado.
El Señor llama a Jeremías y ordena así: Levántate y desciende a la casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. (Jeremías 18: 2)
Dios solo le hablaría a Jeremías en la casa del alfarero, y observar que el alfarero hizo una vasija de barro.
Qué es un alfarero:
Según el diccionario: el alfarero es el artesano encargado de fabricar y comercializar objetos de cerámica. El alfarero trabaja en alfarería, que consiste en en la fábrica que produce el Objetos hechos de arcilla Entre los objetos producidos por los alfareros, jarrones, tejas, platos, ladrillos, etc.
El proceso del jarrón en la alfarería
En la alfarería, el primer paso para crear un jarrón consiste en n la selección y extracción de arcilla en su estado natural. El alfarero experimentado encuentra esta arcilla ideal para crear el jarrón en la naturaleza.
Los geólogos explican que hay alrededor de 200 tipos de arcilla en el planeta, pero solo ocho de ellas se usan para hacer un jarrón.
Cuando finalmente el alfarero elige la arcilla ideal, esta arcilla se tamiza para quitar raíces, hojas, piedras, ramas y otros desechos.
Tras el proceso de tamizado, se realiza otro proceso de desmantelamiento de los terrones y se humedece toda la arcilla con agua, se tritura y se tritura.
Después de este proceso, se forma una pasta resultante de la mezcla de tipos de arcilla, agua y otras sustancias que garantizan la consistencia de la pasta.
La pasta se deja cubierta por una lona, donde durante este período se extrae todo el oxígeno o burbuja de aire, este proceso hace que la pasta gane mayor consistencia, evitando que las piezas se agrieten.
Una vez alcanzado el período de reposo necesario para la pasta, el alfarero coloca la pasta en el torno, que a menudo trabaja con el pie en movimiento, y en un corto período de tiempo, en las manos del alfarero, la arcilla toma la forma de un jarrón.
El alfarero no tiene molde, y cada jarrón se produce uno a uno de forma muy artesanal. Solo a través de técnicas y una mirada detallada por parte del alfarero, es posible hacer que un jarrón se parezca al otro.
Una vez listo el jarrón, se coloca en el secadero donde hay sombra y viento hasta que esté completamente seco, siendo así lo suficientemente resistente para ir al horno. Durante este período de secado, de vez en cuando es necesario que el alfarero cambie la posición del jarrón, ya que la incidencia del viento en solo uno de los lados podría provocar deformaciones en el jarrón.
Luego del proceso de secado, el jarrón está listo para ir al horno, el cual debe ser calentado a una temperatura alta, y cuando salga del horno, este jarrón tendrá su forma definitiva y se volverá útil.
La parábola del jarrón del alfarero
La parábola del jarrón del alfarero tiene ricas enseñanzas sobre la obra divina de Dios en nuestras vidas. Dios es quien moldea nuestro carácter y nuestro servicio a Él. A través de nuestra sumisión a Dios, se determina en gran medida lo que se puede lograr a través de nosotros.
El deseo de Dios es que comprendamos que, si es necesario, Él puede cambiar sus planes para nuestras vidas. Tal como le mostró a «Tiene que hacerlo otra vez otra vasija, como le pareció bienlos ojos del alfarero hacer»
Jeremías ..La falta de profunda devoción a Dios, puede impedir su propósito original para nuestra vida
Lo más interesante es que solo el invitado entra en la casa, porque nadie entra en la casa de nadie sin ser invitado. Jeremías nos está mostrando que Dios nos invita ante su presencia todos los días.
Todos recibimos una invitación a la transformación, todos recibimos una invitación para ir a la casa del alfarero a deshacer su mano, el Señor Dios es el alfarero el dueño de la alfarería y quiere que seamos moldeados y transformados.
La alfarería es un lugar donde se producen diferentes tipos de jarrones, y luego Jeremiah comienza a ver un jarrón que estaba siendo moldeado por las manos del alfarero.
En nuestra vida es parecido a este jarrón que estaba siendo trabajado por las manos del alfarero, porque muchas veces nos están utilizando y hasta por qué no decir en un puesto de notoriedad, «resaltar», porque nadie pone un jarrón roto en la posición de «destacar».
Pero las grietas del tiempo, las obras de la carne comienzan a destruir la belleza de este vaso y muchas veces las grietas del adulterio, fornicación, impureza, lujuria, idolatría, brujería, enemistades, contiendas, emulaciones, ira, contiendas, disensiones, herejías, envidia, homicidios, borracheras, glotonería, y cosas parecidas terminan quebrando y haciendo que perdamos el aceite, la unción es en este momento que no debemos rendirnos, sino reconocer y decir a Dios, contra ti he pecado y contra el cielo Necesito ser quebrantado, transformado, moldeado. Necesito que el Señor me quite las grietas que me han hecho perder la unción de mi vida.
Ahí es cuando descendemos a la casa del alfarero y recibimos la invitación a ser transformados, ese momento en el que dejamos que Dios trabaje en nuestras vidas como él quiere.
Las grietas se cierran y la unción se transforma y delibera sobre nuestras vidas.
Es necesario que reconozcamos que nos equivocamos y que estamos rotos y que necesitamos ser quebrantados por la mano del alfarero.
La vida cristiana está marcada por fuertes transformaciones, la vida cristiana está marcada por reparaciones, la vida cristiana es similar a un hospital, ¡donde entramos enfermos pero salimos sanos!