23Hechos 3 nos presenta un relato extraordinario, lleno de profundas enseñanzas sobre la fe y el poder de Dios. En este estudio, exploraremos cada detalle de este capítulo, desde el encuentro de Pedro y Juan con el cojo a la puerta del templo hasta las lecciones que podemos extraer para nuestra vida hoy.
La reunión en el templo – Hechos 3:1-11
El capítulo comienza con Pedro y Juan subiendo al templo a orar, como de costumbre. En ese momento, encuentran a un hombre cojo de nacimiento, al que llevan diariamente para pedir limosna a la entrada del templo, conocida como Porta Formosa. Este hombre, al ver a Pedro y a Juan, les pide limosna, pero recibe algo mucho más valioso: la curación en el nombre de Jesús.Este episodio nos recuerda la importancia de estar atentos a las oportunidades que Dios pone en nuestro camino, incluso en situaciones cotidianas. Al igual que Pedro y Juan, que iban al templo a orar, pero estaban abiertos al movimiento del Espíritu Santo cuando se encontraron con el hombre cojo, debemos ser sensibles a la dirección de Dios en nuestras vidas, listos para actuar según Él nos guíe. .Y Pedro y Juan subieron juntos al templo a la hora de oración, la novena. Y fue traído un hombre que estaba cojo desde el vientre de su madre, y todos los días lo colocaban a la puerta del templo, llamado la Hermosa, para pedir limosna a los que entraban. Cuando vio a Pedro y a Juan entrando al templo, les pidió que le dieran limosna. Y Pedro, con Juan mirándolo, dijo: Míranos. Y él los miró esperando recibir algo de ellos. Y Pedro dijo: No tengo plata ni oro; pero lo que tengo te lo doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina. Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó, y al instante se afirmaron sus pies y sus dedos. Y saltó, se levantó, caminó y entró con ellos en el templo, caminando, saltando y alabando a Dios. Y todo el pueblo lo vio caminando y alabando a Dios; Y lo reconocieron, porque él era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta hermosa del templo; y se llenaron de asombro y asombro por lo que le había sucedido. Y cuando el cojo, que había sido sanado, se aferraba a Pedro y a Juan, todo el pueblo, atónito, corrió hacia ellos, al pórtico llamado de Salomón.Hechos 3:1-11El versículo 6 resalta la poderosa declaración de Pedro: «No tengo plata ni oro, pero lo que tengo os doy. ¡En el nombre de Jesucristo de Nazaret, caminad!» Aquí Pedro reconoce que su verdadera riqueza no está en las posesiones materiales, sino en el nombre de Jesucristo. Esta es una lección fundamental para todos nosotros: la verdadera riqueza reside en nuestra relación con Cristo y la fe que depositamos en él.Aquí lo más destacado es la costumbre de Pedro y Juan de ir al templo a orar. Este simple acto revela la importancia de la comunión con Dios y la práctica de la oración regular en la vida de un creyente. Mientras se dirigían al templo, se encontraron con un cojo que mendigaba en la entrada, conocida como la Puerta Hermosa.Este hombre ciertamente representaba a muchos en la sociedad de aquella época y también de hoy: los marginados, los necesitados y los desfavorecidos. Pero el encuentro con Pedro y João cambió completamente su vida. En lugar de limosna, recibió algo mucho más precioso: curación en el nombre de Jesucristo.Pedro, dirigiéndose al cojo, no le ofreció plata ni oro, sino algo mucho más valioso: la curación por el poder de Jesús. Esto nos enseña que como cristianos debemos mirar más allá de las necesidades físicas de las personas y buscar ofrecerles la sanación y liberación que sólo se puede encontrar en Cristo.