¿Alguna vez te has detenido a reflexionar sobre cuál es tu llamado en la obra de Dios? Cada uno de nosotros tiene un propósito único, pero no siempre es fácil comprender lo que el Señor ha reservado para nuestras vidas. En este artículo, exploraremos el llamado divino basado en Isaías 61:1-3, descubriendo cómo se aplica a nosotros hoy.
El llamado divino en Isaías 61:1-3
Te invito a abrir tu Biblia y preguntarte: ¿Cuál es mi llamado? Analicemos Isaías 61:1-3, que dice, según la versión Reina-Valera 1960 (RVR1960):
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. (Isaías 61:1-3, RVR1960)
Este pasaje revela la misión del Mesías, que Jesús aplicó a sí mismo en Lucas 4:18-19. También señala el llamado de la Iglesia, que continúa la obra de Cristo en la Tierra. El llamado descrito aquí es claro: llevar esperanza, sanidad, libertad y salvación a todos.
Los cuatro pilares del llamado
El llamado de Dios en nuestras vidas, inspirado en Isaías 61:1-3, se puede resumir en cuatro propósitos, que reflejan el ministerio de Jesús:
1. Predicar el Evangelio a los pobres, humildes y afligidos
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. (Mateo 28:19, RVR1960)
El “id” de Jesús es un llamado universal para proclamar el Evangelio a toda criatura, sin importar su condición social o espiritual. Esto incluye a aquellos que nunca han oído la verdad y a los que se han alejado del camino del Señor. Nuestro llamado es anunciar que Jesús sana, salva, libera y lleva al cielo, afirmando que Él es “el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6, RVR1960).
2. Sanar a los enfermos, tanto espiritual como físicamente quebrantados
Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, de gracia dad. (Mateo 10:8, RVR1960)
Jesús nos dio autoridad para sanar a los enfermos, liberar a los oprimidos y traer restauración. Lo que hemos recibido gratis, debemos darlo gratis. Orar con fe, creyendo que Dios puede transformar vidas, es una parte esencial de nuestro llamado. Como dice Juan 14:13: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo” (RVR1960).
3. Romper las cadenas del mal y proclamar la liberación
Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. (2 Corintios 3:17, RVR1960)
Donde actúa el Espíritu Santo, hay libertad, transformación y renovación. Nuestro llamado es ministrar con valentía, rompiendo las cadenas del pecado y del dominio maligno, llevando esperanza a los cautivos, desanimados y oprimidos. Debemos proclamar la libertad que viene de Cristo, transformando las vidas a nuestro alrededor.
4. Abrir los ojos espirituales de los perdidos
Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. (Hechos 2:21, RVR1960)
Muchas personas aún no han tenido un encuentro genuino con Dios. Nuestro llamado es compartir el Evangelio, mostrando que Jesús ama, salva y libera. Debemos alcanzar a los necesitados, desde los desamparados hasta aquellos que la sociedad considera “sin esperanza”, proclamando que con Jesús todo es posible (Marcos 10:27).
Cumpliendo el llamado en la práctica
Comprender nuestro llamado es solo el comienzo. Debemos ponerlo en práctica, compartiendo la Palabra de Dios con todos, especialmente con aquellos que viven en dificultades o que aún no conocen a Jesús como su Salvador. Como dice Juan 8:32: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (RVR1960). La verdad del Evangelio tiene el poder de transformar vidas, y nuestro papel es compartirla con amor y valentía.
Una invitación a la acción
Si este mensaje ha tocado tu corazón, te pedimos dos cosas:
- Deja un comentario compartiendo cómo Dios te habló, edificando nuestra fe.
- Comparte en las redes sociales para que más vidas sean impactadas por el poder del Evangelio.
¡Cumplamos el llamado de Dios, llevando la luz del Evangelio a todos los rincones, transformando vidas para la gloria del Señor!