El Evangelio de Juan es rico en narrativas que muestran la divinidad de Jesús a través de Sus milagros y enseñanzas. Una de estas narrativas se encuentra en Juan 4:43-54, donde Jesús sana al hijo de un funcionario del rey. Este pasaje no sólo revela el poder de Jesús, sino que también resalta la importancia de la fe. En este estudio, analizaremos versículo por versículo para comprender mejor este poderoso mensaje.
Juan 4:43 “Y dos días después salió de allí y se fue a Galilea”.
Después de permanecer dos días en Samaria, donde muchos creyeron su palabra, Jesús partió hacia Galilea. Este movimiento es significativo, pues muestra que Jesús no se limitó a un grupo específico, sino que estuvo dispuesto a llevar el mensaje de salvación a diferentes personas, rompiendo barreras culturales y sociales. Este es un ejemplo de cómo Jesús cumplió la misión de ser la luz para todas las naciones (Isaías 49:6).
Juan 4:44 “Porque Jesús mismo testificó que un profeta no tiene honor en su propia tierra”.
Este versículo refleja una verdad triste pero común: la dificultad de reconocer y aceptar a un profeta por parte de quienes lo conocen desde su juventud. En Mateo 13:57 vemos una situación similar cuando Jesús es rechazado en Nazaret. Esto nos enseña sobre la resistencia que a menudo encontramos al compartir la fe con las personas más cercanas a nosotros.
Juan 4:45 “Cuando llegó a Galilea, los galileos le recibieron con agrado, porque habían visto todas las cosas que había hecho en Jerusalén el día de la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta”.
Los galileos recibieron a Jesús con entusiasmo, al presenciar sus obras en Jerusalén. Esta recepción se basó en las señales y milagros que Él había realizado. Sin embargo, Jesús busca una fe que va más allá de la necesidad de señales visibles, como mencionó en Juan 20:29: “Bienaventurados los que sin haber visto, han creído”.
Juan 4:46 “La segunda vez fue Jesús a Caná de Galilea, donde hacía vino del agua. Y había allí un noble cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm.
Jesús regresa a Caná, donde realizó su primer milagro convirtiendo el agua en vino (Juan 2:1-11) . La referencia a este primer milagro establece un contexto de expectación y fe. El oficial, probablemente un gentil y servidor de Herodes, busca a Jesús desesperado por la salud de su hijo, lo que demuestra que la necesidad puede llevar a cualquiera a Jesús, independientemente de su posición social u origen.
Juan 4:47 “Cuando oyó que Jesús venía de Judea a Galilea, fue a él y le rogó que bajara y sanara a su hijo, porque ya estaba a punto de morir”.
El oficial, al enterarse de la llegada de Jesús, inmediatamente lo busca, rogando por la curación de su hijo. Este acto de buscar a Jesús en tiempos de desesperación nos recuerda la promesa que se encuentra en Jeremías 29:13: “Y me buscaréis y me encontraréis, cuando me buscaréis de todo vuestro corazón”.
Juan 4:48 “Entonces Jesús le dijo: Si no ves señales y milagros, no creerás”.
Jesús señala una tendencia humana a buscar señales visibles para creer. Este comentario tiene como objetivo fortalecer la fe del oficial invitándolo a confiar en Jesús no sólo por Sus milagros, sino también por Su palabra y autoridad divina. En Hebreos 11:1 se nos recuerda que “la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
Juan 4:49 “El noble le dijo: Señor, desciende, antes que muera mi hijo”.
La respuesta del oficial demuestra urgencia y desesperación. Se refiere a Jesús como “Señor”, reconociendo Su autoridad y poder. Este acto de sumisión y reconocimiento es crucial, ya que muestra una fe que, incluso en la desesperación, clama a Jesús como la única esperanza. Esto nos recuerda el clamor del salmista en el Salmo 121:2: “Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra”.
Juan 4:50 “Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue”.
Jesús simplemente le dice al oficial que su hijo vive, sin necesidad de estar físicamente presente para realizar el milagro. El oficial cree la palabra de Jesús y se va, mostrando una fe extraordinaria. Este evento refuerza la importancia de confiar en la palabra de Dios, como se enseña en Romanos 10:17: “De modo que la fe proviene del oír, y el oír, de la palabra de Dios”.
Juan 4:51 “Y descendiendo en seguida, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron, diciendo: Tu hijo vive”.
Los sirvientes del oficial lo encuentran con la noticia de que su hijo está vivo. Este encuentro sirve como confirmación de la palabra de Jesús, solidificando la fe del oficial. Es un ejemplo práctico de que la fe en Jesús nunca es en vano, como se ve en Marcos 11:24: “Por eso os digo que todo lo que pidáis en oración, creed que lo recibiréis, y lo recibiréis”.
Juan 4:52 “Entonces les preguntó a qué hora se sentía mejor. Y le dijeron: Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre.
El oficial pregunta la hora exacta de la recuperación de su hijo y los sirvientes responden que fue a la hora séptima. Este detalle revela la precisión y el poder del milagro realizado por Jesús. La curación ocurrió exactamente en el momento en que Jesús declaró que el niño viviría, mostrando su autoridad sobre el tiempo y la enfermedad.
Juan 4:53 “Entonces el padre entendió que era en aquella misma hora que Jesús le decía: Tu hijo vive; y creyó él y toda su casa”.
Al darse cuenta de que la curación ocurrió en el momento exacto en que Jesús habló, el oficial y toda su casa creen en Jesús. Esta conversión familiar demuestra el impacto de un milagro genuino y de la palabra de Dios. Hechos 16:31 se hace eco de esta verdad: “Cree en el Señor Jesucristo, y tú y tu casa serán salvos”.
Juan 4:54 “Jesús realizó este segundo milagro yendo de Judea a Galilea”.
El evangelista Juan finaliza mencionando que este fue el segundo milagro de Jesús en Caná de Galilea. Este cierre subraya la continuidad y la creciente revelación del ministerio de Jesús, mostrando que cada milagro no es sólo un acto aislado, sino parte del gran plan de Dios para la salvación de la humanidad.
Conclusión
La curación del hijo del oficial del rey en Juan 4:43-54 resalta la importancia de la fe en Jesús y Su palabra. Este milagro muestra que Jesús tiene poder sobre la distancia y la enfermedad, y que responde a la fe genuina, incluso si es imperfecta o desesperada. La historia nos desafía a confiar plenamente en Jesús, sabiendo que su palabra es suficiente y poderosa.