En este estudio bíblico profundizamos en Juan 4:31-42, un extracto que revela la profundidad de la misión de Jesús y la importancia del alimento espiritual. Después de conocer a la mujer samaritana, Jesús usa metáforas agrícolas para enseñar a sus discípulos acerca de la urgencia de la cosecha espiritual y la necesidad de hacer la voluntad de Dios. Este episodio no sólo ilumina el verdadero “alimento” de Jesús, sino que también resalta la colaboración esencial entre quienes siembran y quienes cosechan en la obra de Dios.
El pasaje también enfatiza el poder transformador del testimonio personal y la revelación directa de Jesús como el Salvador del mundo. A través de las palabras y acciones de Jesús, vemos un claro llamado a todos los creyentes a participar en la misión de evangelización, respondiendo a la necesidad de trabajadores en el campo espiritual. Explorando versículo por versículo, entendemos mejor cómo cada aspecto de este diálogo contribuye a la comprensión de la misión de Jesús y el papel de los discípulos en la difusión del Evangelio.
Juan 4:31 “Mientras tanto sus discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come”.
En este versículo, los discípulos de Jesús, preocupados por su hambre, insisten en que coma. La escena tiene lugar después de que Jesús habla con la mujer samaritana. La insistencia de los discípulos refleja su preocupación humana por las necesidades físicas, sin darse cuenta aún del significado espiritual de la misión de Jesús.
Juan 4:32 “Pero él les dijo: Tengo comida para comer que vosotros no conocéis”.
Jesús responde con una afirmación que “confunde” a los discípulos. Habla de un alimento espiritual que aún no comprenden. Este “alimento” se refiere al cumplimiento de la voluntad de Dios y la obra en la cosecha espiritual de las almas, como se ilustra en Deuteronomio 8:3, donde se dice que “no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca del Señor”.
Juan 4:33 “Entonces los discípulos se dijeron unos a otros: ¿Le he traído alguien de comer?”
Los discípulos, todavía pensando literalmente, especulan si alguien le habría llevado comida a Jesús. No entienden que Él está hablando de algo mucho más profundo y espiritual. Este “malentendido” resalta la diferencia entre las preocupaciones terrenales de Jesús y su misión celestial.
Juan 4:34 “Jesús les dijo: Mi comida es hacer la voluntad del que me envió, y cumplir su obra”.
Aquí, Jesús aclara que Su “alimento” es cumplir la voluntad de Dios. La misión de Jesús era cumplir los planes divinos, incluida la salvación de la humanidad. Este versículo hace eco de Juan 6:38, donde Jesús afirma que descendió del cielo para hacer la voluntad del Padre, no la suya.
Juan 4:35 “¿No decís: Aún faltan cuatro meses para que venga la cosecha? He aquí, os digo: Alzad vuestros ojos y ved la tierra, que está blanca para la siega”.
Jesús usa una metáfora agrícola para enseñar sobre la urgencia de la misión evangelística. Desafía a los discípulos a mirar el campo espiritual maduro para la cosecha. En Mateo 9:37-38, Jesús también dice que la mies es mucha, pero los segadores son pocos, y pide más trabajadores para hacer el trabajo.
Juan 4:36 “Y el que siega recibe recompensa, y recoge fruto para vida eterna; para que se regocijen tanto el que siembra como el que siega”.
Este versículo destaca la recompensa eterna para quienes trabajan en la cosecha espiritual. Tanto los que siembran como los que cosechan comparten el gozo y la recompensa. Esto se relaciona con 1 Corintios 3:8, donde Pablo habla de unidad y cooperación en la obra de Dios, diciendo que “el que planta y el que riega uno son”.
Juan 4:37 “Porque en esto es verdadera la palabra: Uno siembra y otro cosecha”.
Jesús confirma un proverbio muy conocido para ilustrar la colaboración en el trabajo espiritual. Esto sugiere que diferentes personas tienen diferentes roles en el Reino de Dios, pero todos contribuyen al mismo objetivo. Pablo refuerza esta idea en 1 Corintios 3:6, donde menciona que él plantó, Apolos regó, pero Dios dio el crecimiento.
Juan 4:38 “Os envié a segar donde no trabajasteis; otros trabajaron y vosotros entrasteis en su trabajo”.
Aquí, Jesús recuerda a los discípulos que están cosechando el fruto del trabajo de otros que vinieron antes que ellos. Los profetas y Juan Bautista prepararon el camino, y ahora los discípulos entran en esta obra continua. En Hebreos 11 vemos una lista de héroes de la fe cuyos esfuerzos han contribuido al plan de Dios a lo largo de los siglos.
Juan 4:39 “Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él, por la palabra de la mujer que testificó: Él me contó todo lo que había hecho”.
El testimonio de la mujer samaritana tiene un impacto poderoso, llevando a muchos a creer en Jesús. Esto demuestra el poder del testimonio personal en la evangelización. En Marcos 5:19, Jesús le dice al hombre liberado de los demonios que le cuente a su familia lo que el Señor hizo por él, resaltando el valor del testimonio.
Juan 4:40 “Entonces los samaritanos vinieron a él y le rogaron que se quedara con ellos; y permaneció allí dos días”.
Los samaritanos, atraídos por el testimonio de la mujer y la presencia de Jesús, le piden que se quede con ellos. Jesús acepta la invitación, mostrando su voluntad de alcanzar y ministrar a todos, independientemente de su origen. Esto refleja la enseñanza de Juan 3:16, que afirma que tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo para salvar a todos los que creen.
Juan 4:41 “Y muchos más creyeron en él a causa de su palabra”.
La presencia de Jesús y su mensaje resulta en un número aún mayor de creyentes. Este versículo resalta la efectividad de la enseñanza directa de Jesús y cómo Su palabra transforma vidas. En Romanos 10:17, Pablo dice que la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios, mostrando la importancia de predicar el Evangelio.
Juan 4:42 “Y dijeron a la mujer: Ya no creemos por lo que has dicho; porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que éste es verdaderamente el Cristo, el Salvador del mundo”.
Los samaritanos expresan que su fe ahora se basa en la experiencia directa con Jesús, no sólo en el testimonio de la mujer. Esto subraya el crecimiento de la fe personal y la revelación de Jesús como el Salvador del mundo. En Hechos 4:12, Pedro afirma que no hay otro nombre por el cual podamos ser salvos, destacando la unicidad de Cristo en la salvación.
Conclusión: Reflexión sobre Juan 4:31-42
El pasaje de Juan 4:31-42 nos invita a reflexionar sobre las prioridades en nuestra vida espiritual. Jesús nos muestra que hay un “alimento” más profundo y esencial que el físico: hacer la voluntad de Dios y participar en la cosecha espiritual. Esta cosecha se refiere a la labor evangelística, donde cada creyente es llamado a sembrar y cosechar almas para el Reino de Dios.
El testimonio de la mujer samaritana es un poderoso recordatorio de que Dios puede usar a cualquiera de nosotros para impactar vidas. No importa nuestro pasado ni nuestros fracasos; lo importante es el encuentro transformador con Jesús y la voluntad de compartir esta experiencia con los demás.
Los discípulos, inicialmente preocupados por el hambre física de Jesús, aprenden una valiosa lección sobre la urgencia y la importancia de la misión de Dios. De la misma manera, tenemos el desafío de mirar hacia arriba y ver las oportunidades que nos rodean, reconociendo que la cosecha está lista. Cada persona que encontremos puede ser un alma en busca de la verdad y la salvación.
Al reflexionar sobre este pasaje, podemos reevaluar nuestras prioridades y buscar, sobre todo, hacer la voluntad de Dios. Que seamos inspirados a testificar con valentía, sabiendo que el Espíritu Santo obra con nosotros y que hay gran gozo y recompensa al participar en la obra divina. La cosecha es abundante y todos estamos llamados a ser trabajadores en el campo del Señor.