Hablaremos de cómo surgió la muerte, y para entender de la muerte temida que tenemos que ir al principio de todo, porque iniciaremos este camino preguntándonos de qué estamos hechos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.
La tierra estaba lista y todo en ella era bueno a los ojos de Dios, pero algo faltaba en la tierra, faltaba el ser llamado hombre.
Notamos que en todos los versículos sobre la creación del universo, Dios dirá «sea» y según la palabra de Dios todo fue creado, pero cuando Dios crea al ser humano no dice «sea», sino Él hace al ser humano con sus propias manos y teniendo como materia prima el polvo de la tierra, es decir, el hombre es creado del polvo de la tierra.
Y el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida; y el hombre fue hecho alma viviente. (Génesis 2: 7)
Dios entonces crea el cuerpo humano usando el polvo de la tierra, luego le da al humano su espíritu, respirando el aliento de vida en sus fosas nasales y luego lo que era solo una «muñeca de arcilla», se convierte en un ser vivo.
El ser humano está compuesto por tres elementos que son cuerpo, alma y espíritu. Lo que destaca es que en el proceso de creación, Dios se cuida tanto y tiene tanto cariño que quiere que el ser humano venga con su marca registrada, y dice: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza». .
Dentro de cada ser humano está el aliento de Dios, es decir, el aliento de vida. Y aquí comenzamos a explorar, el discurso de la muerte. Dios planta el huerto del Edén y allí coloca al hombre, pero en el huerto del Edén estaba el árbol del conocimiento del bien y del mal.
Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto comerás, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. (Génesis 2: 16,17)
Adán en el jardín tenía libre albedrío de elección, y por fe Adán vivió una vida de obediencia a Dios, y también entendemos que Adán nunca había sido testigo de una muerte humana, ahora tenemos a Dios, dialogando con Adán y diciendo que si comía de la fruta, seguramente moriría.
Aquí podemos extraer que cada vez que no escuchamos la voz de Dios y hacemos su voluntad, también podemos morir física o espiritualmente. Adán solo tenía dos opciones, creer y obedecer, o no dar crédito a la voz de Dios y elegir desobedecerlo.
Vemos que el enemigo por un momento, toma el control de la serpiente, lo que lleva a persuadir la mente de esa pareja, diciéndoles que lo que Dios había dicho sobre el árbol del bien y del mal, no era real.
El enemigo indujo a Adán y Eva a apartarse de la fe, es decir, dejaron de creer en las palabras de Dios. La fe de esa pareja en ese momento, fue sacudida por las palabras de la serpiente.
Y luego hay una división de sentencias donde Dios distribuye la sentencia del hombre y una de ellas es la que dio origen a la elaboración de este libro, la muerte. Con el sudor de tu rostro comerás tu pan, hasta que vuelvas a la tierra; por eso fuiste tomado; porque eres polvo y en polvo te convertirás. (Génesis 3:19)
La obediencia produce en el hombre vida eterna, pero desde el momento en que el hombre desobedeció a Dios, estaba destinado a morir.
Adán y Eva fueron creados para vivir para siempre, pero a través de la desobediencia al mandato de Dios, sufrieron la consecuencia del pecado que es la muerte. Dios creó colocó el árbol de la vida en el huerto, para que el hombre comiera de él continuamente, y así nunca muriera. Adán y Eva comieron del fruto del bien y del mal, y luego Dios les recuerda que la desobediencia tendría una consecuencia. Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirá. (Génesis 2: 16,17)
Aquí la reflexión para nuestros días, porque al momento de comer el fruto, no murieron físicamente, sino que estuvieron sujetos a la ley de la muerte, que fue el resultado de la maldición divina por desobediencia. Murieron en el sentido moral, como vemos a Dios advirtiendo a Adán sobre las consecuencias reales si comía del fruto, es decir, moriría.
La muerte de Adán y Eva en ese momento no fue física sino muerte moral, en ese momento su naturaleza se volvió pecaminosa. A partir de este momento, todo ser humano que naciera vendría con el pecado original, es decir, como la naturaleza pecaminosa. Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios; (Romanos 3:23)
Murieron espiritualmente al desobedecer la voz de Dios, como resultado de esta desobediencia, Adán y Eva destruyeron la relación íntima que tenían con Dios antes de comer el fruto.
Porque los que son de la carne se inclinan por las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu a las cosas del Espíritu. Porque tener una mente carnal es muerte; pero la inclinación del Espíritu es vida y paz. Porque la mente de la carne es enemistad contra Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede estarlo. Por tanto, los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. (Romanos 8: 5-8)
Ya no querían caminar y hablar con Dios en el jardín, lo vimos cuando buscaban esconderse de Dios.
Mira, hoy te he propuesto la vida y el bien, la muerte y el mal; (Deuteronomio 30:15)
Podemos entender que Dios siempre ha dado a los seres humanos libre albedrío, es decir, el poder de elegir entre una bendición o una maldición. Pero, lamentablemente, cuando el cristiano no toma en serio la advertencia de Dios y adopta los caminos de los impíos, la maldición divina seguramente caerá sobre él.
Cuando un cristiano renuncia al pecado y vive una vida siguiendo la voluntad de Dios, sirviéndole continuamente, seguramente vivirá en las bendiciones y el poder de Dios.
Entendemos que cuando dejamos a Dios y sus caminos justos, automáticamente perdemos su presencia, su ayuda y, en consecuencia, la protección divina.
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