En Mateo 14:22-33, encontramos uno de los pasajes más impactantes del Nuevo Testamento: Jesús camina sobre las aguas. Mientras los discípulos, atónitos, observaban a Jesús caminar sobre las aguas turbulentas, fueron invadidos por una mezcla de temor y admiración. La escena desafiaba su comprensión del mundo y del propio Cristo. Sin embargo, con su sabiduría y compasión divinas, Jesús los tranquilizó con palabras suaves:
¡Ánimo, soy yo, no teman! (Mateo 14:27, RVR1960)
Estas simples palabras bastaron para calmar los corazones de los discípulos y fortalecer su fe en la presencia y el poder de Jesús.
Durante este evento sobrenatural, Pedro muestra valentía al pedir unirse a Jesús, caminando también sobre las aguas. Este momento nos enseña que Dios nos invita a experiencias sobrenaturales para trascender lo natural y abrazar lo extraordinario.
Tormentas y el Cuidado de Dios
Las tormentas siempre han sido y serán parte de la vida cristiana. No obstante, incluso en medio de las adversidades, podemos ver el cuidado de Dios. Las tormentas generan momentos de intimidad con Él, acercándonos a Su presencia.
En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo (Mateo 14:22-23, RVR1960)
Primera Lección: Nunca Estamos Solos
A veces, sentimos que caminamos solos, como los discípulos cuando Jesús los envió a la otra orilla del mar. Parecía que Él decía: Vayan, que yo me quedo aquí. Sin embargo, nunca estamos verdaderamente abandonados. Así como Jesús se manifestó a los discípulos caminando sobre las aguas, Él está con nosotros en todas las tormentas de la vida. Su presencia es constante, guiándonos y protegiéndonos, incluso cuando todo parece incierto. Debemos recordar que, aun en momentos de aparente soledad, Jesús siempre está con nosotros.
Los discípulos obedecieron prontamente la voz de Jesús, subiendo a la barca y partiendo. Tal vez no comprendieran del todo Sus intenciones, pero sabían la importancia de obedecer. No siempre entenderemos los caminos de Dios, pero sabemos cuán esencial es seguir Su voz. Habrá momentos en los que experimentaremos el silencio de Dios, pero eso no significa Su ausencia.
Intimidad con Dios
Segunda Lección: La Comunión con el Padre
Jesús subió al monte para orar, buscando un momento de intimidad con el Padre. Al llegar la noche, permanecía allí, orando solo. Este ejemplo nos enseña la importancia de una comunión íntima con Dios, orando sin cesar. Debemos orar en la iglesia, con los hermanos, pero, sobre todo, reservar momentos a solas con Dios.
Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo (Mateo 14:24-26, RVR1960)
Habrá momentos en los que todo parece tranquilo, pero, de repente, surge la tormenta, las olas se agitan y los vientos soplan en contra. En esos instantes, podemos sentir que estamos a punto de naufragar. Sin embargo, es en esos momentos cuando Jesús se manifiesta, trayendo paz y seguridad.
Pedro y la Fe en Medio de la Tormenta
Ante esta escena sobrenatural, los discípulos, dominados por el miedo, confundieron a Jesús con un fantasma. Su reacción refleja nuestra humanidad frente a lo desconocido. Pero Jesús, comprendiendo sus corazones, dijo:
¡Ánimo, soy yo, no teman! (Mateo 14:27, RVR1960)
Pedro, con audacia, pidió caminar sobre las aguas hacia Jesús. La respuesta de Jesús fue clara: ¡Ven!
Entonces Pedro, respondiendo, le dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, caminó sobre las aguas para ir a Jesús (Mateo 14:28-29, RVR1960)
Pedro salió de la barca y comenzó a caminar sobre las aguas, movido por la fe. Sin embargo, al sentir el viento fuerte, apartó la mirada de Jesús y fue dominado por el miedo, comenzando a hundirse.
Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! (Mateo 14:30, RVR1960)
¿Por qué se hundió Pedro?
Pedro permitió que las adversidades lo distrajeran de Jesús. Como Pedro, a menudo comenzamos con valentía, pero las tormentas nos desafían. Cuando apartamos la mirada de Jesús, nuestra fe vacila. Sin embargo, al clamar por ayuda, Jesús lo sostuvo de inmediato.
Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando subieron a la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios (Mateo 14:31-33, RVR1960)
La Fe que Vence las Tormentas
La fe de Pedro lo llevó a caminar sobre las aguas, pero su duda lo hizo hundirse. Nuestra fe debe ser lo suficientemente fuerte como para desestabilizar las tormentas, no al revés. Cuando enfrentamos desafíos, necesitamos mantener el enfoque en Jesús, clamando por Su ayuda. Él siempre está listo para sostenernos y guiarnos.
Dios nos enseña que, con fe, podemos caminar sobre las aguas, romper las tormentas y enfrentar las olas. Nuestra confianza en Dios nos capacita para superar lo imposible, generando nuevas experiencias espirituales y profundizando nuestra comunión con Él.
Conclusión: Supera lo Imposible con Fe
Como Pedro, estamos llamados a confiar en Dios, incluso cuando las circunstancias parecen insuperables. La fe nos permite trascender las dificultades y experimentar lo sobrenatural. Que mantengamos nuestros ojos fijos en Jesús, sabiendo que Él nos sostiene en todas las tormentas.
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