Mateo 28:18 Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra

By Published On: 28 de junio de 2023

El estudio bíblico sobre Mateo 28:18, nos lleva a reflexionar sobre la […]

El estudio bíblico sobre Mateo 28:18, nos lleva a reflexionar sobre la poderosa declaración de Jesús: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”. Estas palabras de Jesús revelan Su absoluta soberanía sobre todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra. En este estudio, exploraremos el significado de esta declaración y su relevancia para nuestra fe y viaje espiritual. A medida que profundizamos en esta verdad, descubrimos cuánto podemos confiar y depender de Jesús, el Señor de todo el universo.

Al estudiar Mateo 28:18, nos enfrentamos a la magnificencia del poder y la autoridad de Jesús. Afirma que se le ha dado toda autoridad, lo que significa que tiene supremacía y dominio sobre todas las cosas. Esta autoridad no solo se limita a la tierra, sino que también abarca el cielo. Jesús es Rey de reyes y Señor de señores, ejerciendo Su soberanía sobre todo lo que existe.

A lo largo de la Biblia encontramos varios versículos que corroboran esta verdad sobre el poder y la autoridad de Jesús. En Filipenses 2:9-11 , leemos: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre; para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”

Esta declaración enfatiza la universalidad de la autoridad de Jesús, con todas las criaturas reconociendo Su supremacía. No hay poder ni autoridad que pueda compararse con la de Jesús. Él está por encima de todo y gobierna con justicia y amor.

La aplicación práctica de la autoridad de Jesús

Aunque Jesús tiene toda la autoridad en el cielo y en la tierra, podríamos preguntarnos cómo se aplica esto a nuestra vida cotidiana como creyentes. La respuesta está en nuestra relación con Él. Cuando nos rendimos a Jesús como Señor y Salvador, invitamos a Su autoridad a gobernar nuestras vidas. Implica sumisión, obediencia y plena confianza en Su Señorío.

Jesús no solo ejerce autoridad, sino que la ejerce con amor y sabiduría. Él nos guía, protege, dirige y fortalece a través de su Espíritu Santo. Al someternos a Su autoridad, experimentamos Su paz, gozo y plenitud. En Juan 10:10 , Jesús declara: “El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Esta es la promesa de vida en plenitud cuando reconocemos y vivimos bajo la autoridad de Jesús.

La Gran Comisión y la Autoridad de Jesús

La declaración pronunciada por Jesús en Mateo 28:18 resulta estar en el corazón de la Gran Comisión, representando un momento crucial para sus discípulos. En este pasaje bíblico, los envía a llevar el evangelio a todas las naciones, instruyéndoles a bautizar a las personas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, además de enseñarles a obedecer todos los mandamientos que Él mismo estableció ( Mateo 28:19-20). La autoridad que Jesús otorga sustenta, por tanto, la misión de estos discípulos y les asegura el poder y la capacidad para cumplir tan noble tarea.

Es importante recalcar que esta autoridad se transmite a todos aquellos que creen en Jesús y se convierten en sus discípulos. En el libro de Lucas 10:19 , encontramos a Jesús diciendo: “He aquí, os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada os dañará”. Es claro, por lo tanto, que esta autoridad no se restringe a propósitos personales, sino que tiene como objetivo el avance del Reino de Dios y la proclamación del evangelio.

A medida que entendemos profundamente el significado de estos versículos, nos damos cuenta de que Jesús les da a sus seguidores una autoridad espiritual que sobrepasa los límites terrenales. Esta autoridad implica no solo la capacidad de resistir los ataques del enemigo, simbolizada por la mención de serpientes y escorpiones, sino que también abarca todo el poder del maligno. Esto significa que, aunque fuerzas contrarias al Reino de Dios se opongan a la proclamación del evangelio, la autoridad dada por Jesús capacita a sus discípulos para enfrentar estos obstáculos con audacia y confianza.

De esta manera, entendemos que la autoridad dada por Jesús a sus discípulos es un don divino, permitiéndoles realizar milagros, difundir el evangelio y expandir el Reino de Dios en la Tierra. Es una gran responsabilidad, pero también una maravillosa oportunidad de hacer una diferencia en el mundo, impactando vidas y guiando a las personas a la salvación. Por eso, cuando nos convertimos en discípulos de Jesús, recibimos esa misma autoridad, y es nuestro deber usarla con sabiduría y amor, siendo instrumentos del plan divino para la redención de la humanidad.

En resumen, la autoridad conferida por Jesús a sus discípulos, expresada en Mateo 28:18, es una prerrogativa que va más allá de las esferas terrenales, asegurándoles poder y capacidad para cumplir la Gran Comisión. A medida que entendemos el alcance de esta autoridad, nos damos cuenta de que se extiende a todos los creyentes en Jesús, permitiéndoles enfrentar los desafíos que se les presenten con valentía y confianza. Comprendamos, pues, el valor de esta autoridad espiritual y usémosla para la gloria de Dios y el beneficio de la humanidad, predicando el evangelio y extendiendo el Reino de Dios por todo el mundo.

Seguridad y Confianza en Jesús

La poderosa declaración hecha por Jesús en Mateo 28:18 trasciende las barreras del tiempo y lleva consigo un mensaje de seguridad y confianza para todos los que eligen seguirlo. A medida que entendemos que Él tiene plena autoridad en el cielo y en la tierra, estamos llenos de una certeza inquebrantable de que nada escapa a su control soberano. En medio de las vicisitudes y desafíos que encontramos a lo largo de la vida, encontramos apoyo en la certeza de que Jesús está al mando y que su voluntad prevalecerá, independientemente de las circunstancias.

Al profundizar en las profundidades de la epístola de Pablo a los Romanos, encontramos un tesoro de verdades que nos fortalecen y renuevan nuestra esperanza. En Romanos 8:38-39, Pablo declara audazmente: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni potestades, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” Estas palabras llenas de convicción llegan hasta lo más profundo de nuestra alma, trayendo alivio y motivación ante las adversidades de la vida.

En este contexto, es fundamental resaltar el sentido profundo de estas palabras de Pablo. Él nos asegura que no hay fuerza capaz de alejarnos del amor incondicional de Dios, manifestado a través de Cristo Jesús. Ni el inevitable paso por la muerte, ni los altibajos de la existencia terrena, ni los poderes celestiales y terrenales, ni las incertidumbres del futuro ni la inmensidad del universo pueden romper los lazos que nos unen al amor eterno de Dios. Esta certeza nos impulsa a vivir con valentía, sabiendo que estamos cimentados en la suprema autoridad de Jesús.

Aunque nos acosen las dificultades y se nos presenten obstáculos, podemos encontrar consuelo y confianza en la seguridad de que el amor de Dios nos envuelve indisolublemente. En momentos de incertidumbre, podemos mirar la cruz de Cristo y recordar el sacrificio supremo que hizo por nosotros, demostrando el amor sin límites del Padre. Esta verdad nos fortalece, alienta y empodera para perseverar en los caminos del Señor, confiados en que Su autoridad trasciende cualquier circunstancia o desafío que enfrentemos.

En resumen, las palabras de Jesús en Mateo 28:18 y la convicción expresada por Pablo en Romanos 8:38-39 nos guían en nuestro camino de fe, reforzando nuestra seguridad y confianza en Dios. En el mandato soberano de Jesús, encontramos refugio y dirección para cada aspecto de nuestra existencia. Que abracemos estas verdades en lo profundo de nuestro corazón y vivamos por la autoridad divina, reconociendo que nada, absolutamente nada, puede separarnos del amor inmutable de Dios, que es en Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador.

La responsabilidad de la autoridad de Jesús

Si bien hemos discutido la autoridad de Jesús y su importancia para nuestra vida espiritual, también es esencial considerar la responsabilidad que conlleva esa autoridad. Jesús, como poseedor de toda autoridad en el cielo y en la tierra, tiene el poder de gobernar y tomar decisiones sobre todas las cosas. Sin embargo, Él usa Su autoridad con amor, gracia y justicia.

Jesús nos muestra el ejemplo perfecto de liderazgo de servicio a lo largo de su ministerio terrenal. Él no usó Su autoridad para oprimir o dominar a otros, sino para amar, sanar, enseñar y ofrecer salvación. En Marcos 10:45 , Jesús dice: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos». Vino a servir y sacrificarse por nosotros, demostrando el verdadero propósito y la responsabilidad que acompañan a la autoridad.

Como seguidores de Jesús, también nosotros estamos llamados a ejercer la autoridad con humildad y amor. En Mateo 20:25-28 , Jesús enseña a sus discípulos sobre el verdadero significado de la autoridad: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Vosotros sabéis que los gobernantes de las naciones son dominadas por ellas, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. No será así entre vosotros; pero el que quiera llegar a ser grande entre vosotros deberá ser vuestro servidor; Y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro servidor; Así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”

Por lo tanto, al comprender la autoridad de Jesús, también somos desafiados a seguir Su ejemplo, usando cualquier autoridad que tengamos para servir y bendecir a otros en lugar de buscar ganancias personales o dominación.

Seguridad en la Autoridad de Jesús

La declaración de Jesús en Mateo 28:18 también conlleva una gran seguridad para los creyentes. Saber que Jesús tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra significa que no debemos temer a ningún poder terrenal o espiritual que se levante contra nosotros. En 2 Timoteo 1:7 leemos: «Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio».

Cuando enfrentamos desafíos, dificultades u oposición, podemos apoyarnos en la autoridad de Jesús y confiar en Su intervención en nuestras vidas. Él es más grande que cualquier problema que podamos enfrentar. En 1 Juan 4:4 está escrito: “Hijitos, vosotros sois de Dios y los habéis vencido, porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo”.

La seguridad en la autoridad de Jesús también nos da confianza en nuestra identidad como hijos de Dios. En Romanos 8:17 leemos: “Y si somos hijos, entonces somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo; si en verdad somos partícipes de sus sufrimientos, que también seamos partícipes de su gloria.” Como hijos de Dios, estamos investidos con la autoridad y la herencia que vienen por medio de Jesús.

Conclusión

Estudiar Mateo 28:18 revela la autoridad suprema de Jesús en el cielo y en la tierra. Su autoridad nos da la confianza de que Él tiene el control de todas las cosas y nos capacita para vivir una vida de servicio, amor y obediencia. Al comprender la responsabilidad y la seguridad que vienen con la autoridad de Jesús, somos desafiados a seguir Su ejemplo y confiar en Su liderazgo en todas las áreas de nuestras vidas.

Que reconozcamos la grandeza de la autoridad de Jesús y respondamos a ella con humildad, sumisión y fe. Al hacerlo, experimentaremos el poder transformador de Su autoridad en nuestras vidas y seremos testigos del establecimiento de Su Reino aquí en la tierra.

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Written by : Ministério Veredas Do IDE

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