En el Evangelio de Mateo, Jesús enseña a sus seguidores sobre la importancia de practicar la caridad y ayudar a los necesitados. Sin embargo, también subraya la necesidad de hacerlo con discreción y humildad, sin buscar la ostentación ni el reconocimiento público. Esta valiosa lección se presenta en Mateo 6:1-4, donde Jesús advierte contra la práctica de la caridad con motivos egoístas.
“Cuídate de practicar tu justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa ante vuestro Padre que está en los cielos. Por tanto, cuando hagáis limosna, no toquéis trompeta delante de vosotros, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser glorificados por los hombres; de cierto os digo que ya han recibido su recompensa. Pero cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en secreto; y vuestro Padre, que ve en lo secreto, os recompensará”. (Mateo 6:1-4)
En este extracto, Jesús establece un contraste entre dos formas de practicar la caridad: la primera, motivada por la vanidad y el deseo de ser alabado por los demás, y la segunda, basada en la humildad y la preocupación genuina por los demás. Utiliza la imagen de hipócritas que tocan la trompeta mientras dan limosna para resaltar la arrogancia y falsedad de sus acciones. En contraste, Jesús enseña que la verdadera caridad debe practicarse en secreto, sin buscar reconocimiento ni alabanza.
Esta enseñanza es especialmente relevante hoy, en una sociedad cada vez más individualista y competitiva, donde la búsqueda de reconocimiento y estatus social puede convertirse en una motivación egoísta y vacía. En cambio, Jesús nos llama a cultivar una actitud de humildad y compasión hacia los necesitados, buscando ayudarlos de manera desinteresada y generosa.
Es importante señalar que esta enseñanza no significa que debamos ocultar nuestras buenas obras o evitar compartirlas con otros cuando sea apropiado. Por el contrario, la Biblia enseña que las buenas obras deben ser una manifestación visible de nuestra fe y del amor de Dios en nuestras vidas. Sin embargo, Jesús nos advierte contra practicar la justicia con motivos egoístas e hipócritas, buscando la aprobación y admiración de los hombres en lugar de la aprobación y recompensa de Dios.
Esta enseñanza se refuerza en otros versículos bíblicos, como Lucas 14:12-14 , donde Jesús aconseja a sus seguidores invitar a sus fiestas a los pobres, los cojos, los cojos y los ciegos, en lugar de buscar la compañía de personas importantes que puede devolver el favor. También enfatiza que la recompensa por estas acciones proviene de Dios, no de los hombres.
La importancia de la humildad y la discreción a la hora de practicar la caridad es aún más evidente si se compara con otros pasajes bíblicos que condenan la soberbia y la vanidad. En Proverbios 16:18 dice: “Antes de la destrucción va el orgullo, y antes de la caída el espíritu altivo”.
Jesús comienza este pasaje advirtiendo a sus oyentes que no practiquen la caridad con motivos egoístas e hipócritas. Utiliza la imagen de hipócritas que tocan la trompeta mientras dan limosna para resaltar la arrogancia y falsedad de sus acciones. Estos individuos buscan la aprobación y admiración de los hombres, no la aprobación y recompensa de Dios.
En contraste, Jesús enseña que la verdadera caridad debe practicarse en secreto, sin buscar alabanzas ni recompensas humanas. Él dice: “Pero cuando hagas limosna, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en secreto; y vuestro Padre, que ve en lo secreto, os recompensará”. (Mateo 6:3-4)
Esta enseñanza no significa que debamos ocultar nuestras buenas obras o evitar compartirlas con otros cuando sea apropiado. Por el contrario, la Biblia enseña que las buenas obras deben ser una manifestación visible de nuestra fe y del amor de Dios en nuestras vidas. Es importante señalar que la práctica de la caridad no se limita únicamente a donar dinero o bienes materiales. También puede implicar donar tiempo, habilidades y recursos para ayudar a quienes lo necesitan. En cualquier caso, la actitud de humildad y compasión debe ser la principal motivación de nuestras acciones.
Otro aspecto importante de este pasaje es la promesa de recompensa de Dios. Jesús subraya que el Padre que ve en secreto recompensará a quienes practican la verdadera caridad. Esta recompensa no es necesariamente material o inmediata, pero puede implicar una sensación de paz, alegría y satisfacción espiritual.
En resumen, la enseñanza de Jesús sobre ayudar a los necesitados en Mateo 6:1-4 es una lección valiosa sobre la importancia de la humildad y la discreción al practicar la caridad. Nos enseña que la verdadera justicia y piedad no consisten en buscar vanidad o reconocimiento público, sino en servir a Dios y a los demás con preocupación y amor genuinos.
Esta lección se ve reforzada por otros versículos de la Biblia que condenan la arrogancia y la vanidad, que enfatizan la importancia de la humildad y la mansedumbre. Siguiendo esta enseñanza, podemos experimentar la verdadera recompensa que viene de Dios, que es la abundancia de paz y la herencia de la tierra.