La parábola de la oveja perdida, narrada en Lucas 15:4-7, es una de las historias más conocidas de Jesús. Resalta la compasión infinita de Dios por aquellos que se alejan de Él y Su compromiso inquebrantable de buscar y salvar a los perdidos. El contexto de este pasaje es especialmente significativo, ya que Jesús se dirige a los fariseos y escribas, quienes criticaban Su relación con los pecadores.
Esta parábola nos invita a reflexionar sobre el valor que cada persona tiene para Dios. Revela cómo el Señor está dispuesto a sacrificar Su seguridad para rescatar a aquellos que se pierden en el pecado. Exploremos este mensaje versículo por versículo, comprendiendo el profundo amor del Pastor por Sus ovejas y su relevancia para nosotros hoy.
Explicación por Versículo
Lucas 15:4 – «¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas, y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?»
Jesús comienza la parábola con una pregunta retórica, involucrando a Sus oyentes en la historia. La metáfora del pastor y las ovejas era familiar para los judíos, ya que las ovejas eran posesiones valiosas que requerían cuidado constante. Aquí, Jesús enfatiza el valor de una sola oveja, representando a cada pecador que se aleja de Dios.
Dejar a las noventa y nueve en el desierto para buscar una puede parecer irracional a primera vista, pero refleja el amor incomparable de Dios. Él no se conforma con salvar a la mayoría; cada individuo es profundamente importante para Él. En Ezequiel 34:11-12, el Señor declara que buscará a Sus ovejas y las rescatará de todos los lugares donde se hayan dispersado. Esta misma dedicación se refleja en esta parábola.
Lucas 15:5 – «Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;»
Aquí vemos la conmovedora imagen del pastor encontrando a la oveja perdida. No la reprende, sino que la coloca amorosamente sobre sus hombros. Este acto simboliza el esfuerzo personal y la alegría de Dios al rescatar a un pecador.
En Isaías 40:11, Dios es descrito como un pastor que lleva a los corderos en Sus brazos. El acto de cargar a la oveja representa la salvación a través de Cristo, quien cargó con el peso de nuestros pecados (Isaías 53:4-5). Esta escena muestra que el arrepentimiento no es una carga para el pecador, sino una celebración del amor divino.
Lucas 15:6 – «Y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.»
El pastor comparte su alegría con amigos y vecinos, celebrando la recuperación de la oveja. Este gozo comunitario apunta a la unidad y el regocijo en el cielo cuando un pecador se arrepiente (Lucas 15:10).
La invitación a la celebración también nos desafía a reflexionar sobre nuestra propia actitud hacia los perdidos. Así como el pastor invita a otros a compartir su alegría, estamos llamados a participar en la misión de Dios, apoyando el arrepentimiento y la restauración de vidas.
Lucas 15:7 – «Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.»
Jesús concluye la parábola con una poderosa verdad: el arrepentimiento de un pecador trae gozo al cielo. Este versículo no sugiere que los justos no sean importantes, sino que enfatiza el valor extraordinario del regreso de un alma perdida.
En 2 Pedro 3:9, vemos que Dios no desea que nadie perezca, sino que todos lleguen al arrepentimiento. Este gozo celestial refleja el propósito del evangelio: alcanzar a los perdidos y reconciliarlos con Dios.
Conclusión
La parábola de la oveja perdida nos enseña sobre el amor incansable de Dios y Su búsqueda de cada uno de nosotros. El pastor que deja a las noventa y nueve para encontrar una oveja destaca el valor de cada alma y la disposición divina de actuar a favor del pecador.
Esta historia también es una invitación a la introspección. ¿Estamos dispuestos a buscar y acoger a aquellos que se han desviado? El regocijo en el cielo nos llama a celebrar la gracia de Dios y a participar activamente en Su misión.
Finalmente, el gozo celestial nos recuerda que el arrepentimiento es un momento de victoria, no de vergüenza. La oveja perdida, al ser encontrada, no solo regresa al redil, sino que es recibida con júbilo y amor. Que vivamos con este mismo gozo al reconciliarnos con Dios y ayudar a otros a hacer lo mismo.