El perdón es esencial en la vida del cristiano, pues al cumplir este mandato descubrimos el verdadero poder de perdonar a aquellos que, de alguna manera, nos han ofendido.
El Significado del Perdón
¿Qué significa perdonar? El perdón es el acto humano de liberarse de una culpa, ofensa o deuda. Es un proceso mental que busca eliminar resentimientos, ira, rencor o cualquier sentimiento negativo hacia otra persona o hacia uno mismo.
En el contexto religioso, el perdón está vinculado a la purificación espiritual, un concepto presente en diversas doctrinas, que consiste en la eliminación de emociones perjudiciales como la ira, el dolor o el deseo de venganza.
Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, abundante en misericordia para con todos los que te invocan. (Salmos 86:5)
Entendemos que Dios es bueno y perdona nuestros errores y pecados. Su gracia alcanza a todos los que se arrepienten sinceramente y buscan Su perdón.
¿Cuántas Veces Debemos Perdonar?
Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo que hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. (Mateo 18:21-22)
El perdón no es una simple cuestión matemática. Cuando Jesús nos enseña a perdonar “setenta veces siete” (490 veces), nos indica que, como cristianos, debemos estar dispuestos a perdonar tantas veces como sea necesario. Cada acto de perdón debe ser tan sincero como el primero, sin importar cuántas veces alguien nos ofenda.
El Perdón como Reflejo de la Gracia de Dios
Cada día, pedimos perdón a Dios por nuestros pecados cometidos en pensamientos, palabras y obras. Tenemos la certeza de que Él nos perdona y purifica. De la misma manera, Dios desea que estemos dispuestos a perdonar a quienes nos ofenden.
El perdón de Dios es inagotable, pero está condicionado a nuestra disposición para reconocer y abandonar el pecado, así como para perdonar a nuestros hermanos.
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. (Mateo 6:12)
En la oración del Padre Nuestro, Jesús deja claro que pedimos a Dios que perdone nuestras deudas en la misma medida en que perdonamos a nuestros deudores. Si no somos capaces de perdonar a nuestro prójimo, ¿cómo podemos esperar el perdón de Dios?
Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas. (Marcos 11:25-26)
La Palabra de Dios es clara: solo recibimos perdón cuando somos capaces de perdonar. Si nos volvemos incapaces de perdonar, también nos volvemos incapaces de recibir el perdón divino.
Las Consecuencias de la Falta de Perdón
Enfermedades del Alma y el Cuerpo
La falta de perdón es un asunto grave, ya que puede generar enfermedades tanto en el alma como en el cuerpo. Cuando guardamos rencor o amargura, el alma sufre, y el cuerpo a menudo manifiesta señales físicas de este dolor. Muchas personas permanecen enfermas porque aún no han liberado el perdón.
Algunas enfermedades psicosomáticas relacionadas con la falta de perdón incluyen:
- Ansiedad: Sensación de nerviosismo, preocupación o incomodidad, presente en trastornos como la ansiedad generalizada, el pánico y las fobias.
- Distimia: Falta de motivación, baja autoestima y apatía.
- Angustia: Sensación de vacío interior, desesperación profunda y soledad.
- Depresión: Tristeza persistente, pérdida de interés en actividades e interferencia en el funcionamiento diario.
- Opresión: Sensación de estar atrapado, falta de reacción u obsesión.
- Paranoia: Manía de grandeza, complejo de persecución, egoísmo o egocentrismo.
- Trastorno de Pánico: Ataques de pánico recurrentes que generan preocupación constante.
- Esquizofrenia: Pérdida de contacto con la realidad, alucinaciones, delirios y problemas cognitivos.
- TOC (Trastorno Obsesivo-Compulsivo): Pensamientos repetitivos y destructivos que esclavizan la mente.
- Locura: Pérdida total del control mental, con pensamientos incoherentes y razonamiento ilógico.
- Suicidio: Pensamientos suicidas, intentos o actos consumados.
Estas enfermedades son consecuencias de un corazón que no libera el perdón, convirtiendo el cuerpo en un reflejo de un alma herida.
El Llamado al Perdón y la Bendición
Dios nos invita diariamente a ser liberadores de perdón, pero, lamentablemente, muchos corazones permanecen endurecidos. Lamentablemente, muchos prefieren apagar el amor para vivir con el dolor.
Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. (Romanos 3:23)
Todos éramos pecadores y necesitábamos el perdón de Dios para reconciliarnos con Él. A través de Jesucristo, recibimos este perdón, y Él nos dejó el ejemplo de perdonar a nuestros hermanos.
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. (Efesios 4:32)
Al aceptar a Jesús como Señor y Salvador, nos convertimos en nuevas criaturas, viviendo según Su voluntad. Y la voluntad de Dios es que seamos liberadores de perdón, siguiendo los pasos de Cristo, perdonando a nuestros enemigos y amando a nuestro prójimo.
Bendecir, No Maldecir
Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. (Romanos 12:14)
Jesús desea que tengamos un corazón puro, lleno de amor, pues el amor promueve la salud del cuerpo y del alma. Incluso cuando somos perseguidos o heridos, debemos llevar solo sentimientos que nos edifiquen. Nuestras palabras y corazones deben desbordar bendiciones, incluso hacia aquellos que nos hacen daño. Al bendecir a quienes nos persiguen, podemos transformar su futuro.
Maldecir a nuestros enemigos perpetúa el mal, pero bendecirlos cambia su historia.
Vencer el Mal con el Bien
No os venguéis, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. (Romanos 12:19-21)
Dios nos enseña que la venganza le pertenece a Él. Cuando somos heridos por palabras o acciones y ponemos la situación en Sus manos, Él juzga con justicia. Nada escapa a los ojos de Dios, y Él ve nuestros corazones afligidos. En lugar de retaliar, debemos mostrar bondad a nuestros enemigos, pues el bien es infinitamente mayor y promueve la salud de nuestro cuerpo y alma.
Filtrar lo que Nos Hace Bien
Vivir según la voluntad de Dios nos convierte en liberadores de perdón y bendición, independientemente de si recibimos bien o mal. Debemos filtrar lo que nos beneficia, dejando atrás lo que nos perjudica.
Imagina que caminas con dos sacos: uno con fondo, donde guardas todo lo que promueve la salud física y espiritual, y otro sin fondo, donde colocas todo lo que causa daño: odio, rencor, tristeza. Al liberar espacio en nuestro cuerpo, mente y alma, experimentamos los beneficios de una vida saludable, que solo viene a través del perdón.
¡Libera el perdón, libera tu cuerpo y sana tu alma!