El Primogénito de Abraham
Ismael fue el hijo primogénito de Abraham, nacido de su unión con Agar, la sierva de su esposa, Sara. Su historia, registrada en el libro de Génesis, revela no solo la dinámica familiar de Abraham, sino también el cuidado de Dios por aquellos involucrados en Sus promesas, incluso en medio de decisiones humanas y conflictos.
La Promesa de Dios a Abraham
El Señor Dios hizo una promesa transformadora a Abraham, llamándolo a un viaje de fe y bendiciones.
Y dijo Jehová a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y maldeciré a los que te maldijeren; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. (Génesis 12:1-3, RVR1960)
Esta promesa estableció a Abraham como el patriarca de una gran nación, pero inicialmente, él y Sara enfrentaron el desafío de la esterilidad de Sara, que le impedía concebir hijos.
La Decisión Humana y el Nacimiento de Ismael
Diez años después de la promesa inicial, Sara, aún sin hijos, sugirió que Abraham tuviera un hijo con Agar, su sierva, para cumplir el propósito de construir una familia.
Y dijo Sarai a Abram: He aquí que Jehová me ha hecho estéril; te ruego que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y escuchó Abram la voz de Sarai. (Génesis 16:2, RVR1960)
Abraham aceptó la propuesta, y Agar concibió. Sin embargo, el embarazo de Agar generó tensiones, ya que comenzó a despreciar a Sara, su señora.
Y él se llegó a Agar, la cual concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora. Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti; yo puse a mi sierva en tu seno, y viéndose encinta, me mira con desprecio; juzgue Jehová entre mí y ti. (Génesis 16:4-5, RVR1960)
Abraham, entonces, permitió que Sara tratara a Agar como quisiera. Sara actuó con severidad, lo que llevó a Agar a huir al desierto.
El Encuentro de Agar con Dios
En el desierto, Agar fue encontrada por el ángel del Señor, quien le trajo una promesa de esperanza y multiplicación de su descendencia.
Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no se podrá contar por la multitud. Y le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción. Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él; y habitará delante de todos sus hermanos. (Génesis 16:10-12, RVR1960)
Ismael, cuyo nombre significa “Dios oye”, refleja la respuesta de Dios al clamor de Agar. Ella reconoció el cuidado divino, llamando a Dios “Tú eres el Dios que me ve” y nombrando el lugar como “Beer-lahai-roi” (pozo del Viviente que me ve). Siguiendo las instrucciones del ángel, Agar regresó a Abraham y Sara, y dio a luz a Ismael.
La Reafirmación de la Promesa y la Circuncisión
Trece años después del nacimiento de Ismael, Dios renovó Su pacto con Abraham, instituyendo la circuncisión como señal y prometiendo que Sara, ahora llamada Sara (princesa), daría a luz un hijo.
Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, sino que Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de dar a luz? Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. (Génesis 17:15-18, RVR1960)
Abraham, con amor paternal, expresó su apego por Ismael, pero Dios aclaró que el pacto se cumpliría a través de Isaac, aunque Ismael también sería bendecido.
Y respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para su descendencia después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. Mas mi pacto lo estableceré con Isaac, el cual Sara te dará a luz por este tiempo el año próximo. (Génesis 17:19-21, RVR1960)
El Nacimiento de Isaac y la Expulsión de Ismael
La promesa se cumplió, y Sara dio a luz a Isaac cuando Abraham tenía 100 años.
Y visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado. Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, el que Sara le dio a luz, Isaac. (Génesis 21:1-3, RVR1960)
Cuando Isaac fue destetado, alrededor de los tres o cuatro años, Sara vio a Ismael, entonces de unos 17 años, burlándose de su hijo. Indignada, pidió a Abraham que expulsara a Agar e Ismael.
Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con mi hijo, con Isaac. (Génesis 21:10, RVR1960)
Abraham quedó angustiado, pero Dios le ordenó que siguiera la petición de Sara, asegurándole que Ismael estaría protegido.
Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham por causa de su hijo. Y dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia. (Génesis 21:11-12, RVR1960)
El Cuidado de Dios por Agar e Ismael en el Desierto
Abraham proporcionó provisiones y agua para Agar e Ismael y los despidió. En el desierto de Beerseba, los recursos se agotaron, y Agar, desesperada, se alejó de Ismael para no verlo morir.
Entonces Abraham se levantó muy de mañana, y tomó pan, y un odre de agua, y lo dio a Agar, poniéndolo sobre su hombro, y le dio el muchacho, y la despidió. Y ella salió, y anduvo errante por el desierto de Beerseba. Y le faltó el agua del odre, y echó al muchacho debajo de un arbusto, y se fue y se sentó enfrente, a distancia como de un tiro de arco; porque decía: No veré cuando el muchacho muera. Y cuando ella se sentó enfrente, alzó su voz y lloró. (Génesis 21:14-16, RVR1960)
Dios, sin embargo, escuchó el llanto de Ismael e intervino.
Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del muchacho en el lugar donde está. (Génesis 21:17, RVR1960)
El ángel consoló a Agar, prometiendo que Ismael sería una gran nación, y Dios abrió sus ojos para que viera un pozo de agua.
Y abrió Dios sus ojos, y vio un pozo de agua; y fue y llenó el odre de agua, y dio de beber al muchacho. (Génesis 21:19, RVR1960)
El Legado de Ismael
Ismael creció bajo la provisión de Dios en el desierto de Parán, convirtiéndose en un arquero habilidoso. Agar le consiguió una esposa egipcia, y Ismael se estableció como líder de una gran nación, engendrando doce príncipes, como Dios había prometido. Aunque el pacto mesiánico se estableció a través de Isaac, el cuidado de Dios por Ismael demuestra Su gracia y fidelidad.
Conclusión: El Dios que Oye y Ve
La historia de Ismael revela a un Dios que escucha los clamores de los afligidos y ve a aquellos que están en necesidad. A pesar de las decisiones humanas que llevaron a conflictos, Dios nunca abandonó a Ismael, cumpliendo Sus promesas tanto para él como para Abraham. Que la trayectoria de Ismael nos inspire a confiar en el Dios que nos ve y nos guía, incluso en los desiertos de la vida.